Xalapa, Ver. – En su comunicado dominical, la Arquidiócesis de Xalapa señaló que este 2 de noviembre se recordará a todos los difuntos, de manera especial a todas las víctimas de la violencia así como a todas las víctimas del Covid-19.

El vocero José Manuel Suazo Reyes apuntó que la muerte ha hecho estragos en las familias mexicanas y ha traído luto y dolor en los hogares. 

“Pedimos para que Dios tenga misericordia de ellos y los lleve a gozar del cielo; estas oraciones nos recuerdan además que un día también nosotros vamos a morir y necesitaremos también que otros oren por nosotros. Por eso, con toda la Iglesia decimos, ‘Que las almas de nuestros fieles difuntos, por la misericordia de Dios manifestada en la pasión y muerte de Cristo, descansen en paz”.

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Explicó que los días 1 y 2 de noviembre se tienen en la Iglesia Católica dos grandes celebraciones: el día 1 es la solemnidad de todos los santos y el día 2 recordamos a todos los fieles difuntos. 

Subrayó que son días de oración, de reflexión y de meditación sobre dos aspectos de la vida cristiana: el primero es el tema de la santidad, el segundo es el misterio de la muerte. 

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Detalló que el día de todos los santos se festeja a todos aquellos que han sido reconocidos como tales y que la Iglesia presenta como nuestros intercesores delante de Dios y como modelos a imitar porque han vivido en grado heroico las virtudes cristianas. Los santos fueron personas como cualquiera de nosotros que escucharon la voz de Dios y respondieron a la llamada a la santidad. 

El día posterior, el 2 de noviembre la Iglesia conmemora a todos los fieles difuntos, “oramos por los difuntos porque delante de Dios, ellos están vivos. Como dice el mismo evangelio ‘Dios es un Dios de vivos, no de muertos’. Por esta razón el lugar donde se sepulta a los difuntos se llama campo santo o cementerio. La palabra cementerio significa ‘dormitorio’. El cementerio es el lugar donde se duerme esperando despertar en la resurrección”.

Humanamente hablando, subrayó, la llegada de la muerte pasa por la experiencia amarga del dolor, del llanto, del luto, de la tristeza, de la sensación de la oscuridad, sin embargo en medio del túnel de esa experiencia, la fe permite contemplar la luz de la Gloria divina manifestada en la resurrección de Cristo. 

“Pues para los que creemos en Dios, la muerte es un paso obligado para encontrarnos con él. Pues nada escapa a los designios divinos, como dice también la Sagrada Escritura, ‘en la vida y en la muerte somos del Señor’. ‘Nada nos separará del amor de Dios, ni siquiera la muerte’.

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