Lo sucedido en torno a las presuntas acciones que tiene en diferentes empresas Ricardo Ahued Bardahuil es la clásica bulla veracruzana y un retrato perfecto de la degradación que sufre el periodismo. Ni el mejor guionista de un país bananero habría ideado una escena tan dramática como la que fue difundida.
Una “columna” fake, pactada hasta la médula, quiere coronar al secretario de gobierno de Veracruz ‘amenazando’ con sacar los trapos sucios que salpicarían a Ahued y a la gobernadora Nahle, pero no merma. Quienes han intentado venderse como periodistas y que actúan por cuenta propia, saben que sus fuentes de alto rango se asemejan más a las de alto rancho.
Exprimir mediáticamente una información así demuestra que son fruto de un soplo externo y debe enterrarse en toneladas por la credibilidad de la persona que lo difunde. Quizá mañana veremos a una falsa arrepentida y no a una persona comprometida con la verdad. Pero así corren los aíres en Veracruz.
Sí hay corrupción alrededor del gobierno de Veracruz, debe evidenciarse, no negociarse, y difundirla para que la sociedad conozca la clase de políticos que administran los recursos y el futuro de los ciudadanos en una entidad sumida en la marginación y que ha padecido a gobiernos nefastos, rapaces e ineficientes, por decir los menos.
Pero la realidad es tozuda. La imprevista y airada aparición de que Ricardo Ahued es un hombre acaudalado y está involucrado en muchos negocios no es nuevo. Desde temprana edad, el excaldade de Xalapa se ha dedicado al comercio; su tenacidad, constancia y visión corporativa lo han encumbrado en buenas ligas empresariales.
La vida y sus circunstancias llevaron a Ahued a incursionar en la política lo que lo expone de forma natural. Hasta el momento a Ricardo Ahued no se le conoce algún acto de corrupción con motivo de sus encargos públicos (alcalde, diputado, senador o como director de aduanas). Si ha sido notorio que algunos de sus colaboradores -los de antes y los de ahora- son ineptos, chapuceros y hasta han abusado de la confianza del exsenador, pero eso en su momento brotará.
El poder en Veracruz se ha convertido en un teatro de marionetas. Por esa razón, Ricardo Ahued debería reflexionar que antes de salir a “aclarar” más vale no perder la oportunidad de quedarse callado para no abonar al espectáculo.
No se puede pedir respeto por las instituciones cuando son tratadas como escudos personales por quienes deberían servirlas.










