Cinco palabras grabadas en una mano de bronce de 2.100 años de antigüedad están revolucionando el conocimiento que se tenía hasta ahora del euskera, la lengua propia del País Vasco y Navarra, en el norte de España, a la que siempre ha rodeado un halo de misterio.
La reliquia en la que se encuentra el texto fue desenterrada en el poblado de Irulegi, en el valle navarro de Aranguren, en 2021. En enero de este año se descubrieron sus inscripciones y, según los investigadores, se trata del texto más antiguo y más extenso conocido en lengua vascónica, el predecesor del euskera actual.
El objeto es una representación de una mano a tamaño real que se cree que se utilizaba para colgar en la puerta de las casas a modo de objeto protector. Mide 14,3 centímetros de alto por 12,7 de ancho, y tiene un grosor de poco más de un milímetro. Sus 35,9 gramos de peso contienen un 53 % de estaño, un 40 % de cobre y alrededor de un 2 % de plomo, una aleación habitual de aquellos tiempos.
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La presidenta de Navarra, María Chivite, ha definido el hallazgo como “un hito histórico de primer orden”. “‘Sorioneku’ es la primera palabra escrita en lengua vascónica, antecesora de nuestro euskera actual. La Mano de Irulegi es una oportunidad para saber más de nuestra historia”, escribía la mandataria en su cuenta oficial de Twitter.
Durante el acto de presentación, Chivite estuvo acompañada por el presidente de la Sociedad de Ciencias Aranzadi, Jokin Otamendi, así como por expertos, entre ellos el catedrático de Lingüística Indoeuropea en la Universidad del País Vasco y experto en paleolingüística, Joaquín Gorrochategui, que relataron la importancia de este descubrimiento.
5 años de investigaciones
El proyecto fue iniciado por la Sociedad de Ciencias Aranzadi en 2017, promovido por el Ayuntamiento del Valle de Aranguren y financiado por el Gobierno de Navarra.
Pero no fue hasta junio de 2021 cuando la mano de Irulegi fue hallada. Para descubrir la inscripción fue necesario esperar un poco más, hasta el pasado 18 de enero, cuando dieron comienzo las labores de limpieza y restauración de la pieza.
Ahora un equipo multidisciplinar compuesto por arqueólogos, geólogos, restauradores, químicos, epigrafistas y lingüistas estudia el hallazgo y trata de desentrañar todo el conocimiento que encierra.
Cinco palabras y una traducción
La pieza, perfectamente conservada, tiene grabadas cinco palabras, con 40 signos, en cuatro líneas. Los expertos han catalogado los signos como una variante lingüística diferente de las utilizadas por el resto de pueblos prerromanos de la Península Ibérica.
Transcrita en el alfabeto latino, se puede leer lo siguiente:
sorioneku
tenekebeekiratere
oTirtan · eseakari
eraukon
Hasta ahora la única palabra descifrada es la primera, que han relacionado con la actual palabra en euskera ‘zorioneko’, que significa ‘de buena fortuna’. Lo que esconden las otras cuatro palabras aún está por descifrar.
Lo que parece claro es que se confirma la existencia de una escritura específica llamada signario vascónico que se empleaba en el siglo I a.C., hace más de dos milenios.
En perfecto estado de conservación
El magnífico estado en el que se encontró este bronce, junto a la entrada de una de las viviendas excavadas en este yacimiento, es debido a la historia de este poblado, que se estima que contó con entre 100 y 200 habitantes.
El asentamiento, habitado desde la Edad del Bronce medio tardío (entre el siglo XV y el XI a.C.) hasta el final de la Edad del Hierro (en el siglo I a.C.), fue abandonado después de que lo incendiaran las tropas romanas durante las guerras sertorianas (entre el 83 y el 73 a.C.), un conflicto que enfrentó a Quinto Sertorio y Lucio Cornelio Sila.
Los muros cayeron sobre las viviendas, provocando la conservación de los enseres que se encontraban en su interior. Algo especialmente valioso para los arqueólogos, que se han topado con una instantánea de un momento de hace más de 2.000 años.
El yacimiento está ubicado en la zona más exterior del poblado, un espacio de unos 370 metros cuadrados. En él se han identificado dos viviendas de un tamaño aproximado de 70 metros cuadrados, así como parte de la vía principal.
La mano fue hallada sobre una capa de carbones quemados, cuyo análisis del carbono 14 ha permitido una datación bastante concreta: entre los años 80 y 70 a.C.
Rayas y puntos
La inscripción, que se encuentra en el dorso de la mano, donde incluso se pueden apreciar las uñas talladas, se compone de una serie de rayas y puntos que, enseguida, se revelaron como una forma de escritura.
Su perfecto estado de conservación hace que se puedan leer casi con completa seguridad todas las letras. Se trata de un sistema de escritura prerromano. Es semisilabario, lo que quiere decir que algunos signos corresponden a sonidos y otros a sílabas.
Es un sistema gráfico derivado el sistema ibérico utilizado con variantes por los distintos pueblos de la Península. En este caso ha sufrido algunas modificaciones para poder transcribir fonemas que no existían en el signario ibérico, por lo que revela la existencia de un sistema gráfico propiamente vascónico ya en aquella época.
Esto da un enorme giro a lo que se creía hasta ahora: la hipótesis de que los vascones eran analfabetos y solo comenzaron a escribir tras la invasión romana y la asimilación del alfabeto latino.
El ancestro del euskera
Los primeros textos en euskera datan de aproximadamente 1500. Sin embargo, nombres de poblaciones y otros topónimos y de persona delataban que su existencia se remontaba al menos hasta el siglo IX. De modo que la ausencia de más vestigios escritos habían dejado hasta ahora un gran vacío que llenar.
Ahora, este excepcional hallazgo deja muchas más preguntas que respuestas. ¿Es la inscripción más antigua en vascónico que existe? ¿Se encontrarán más con las que poder ir descifrando esta grafía? ¿Es este el auténtico ancestro del actual euskera? ¿Cómo evolucionó hasta la lengua contemporánea?