Texto y fotos Luis Ayala/Foto Jarocha
Xalapa, Ver.- Para los payasos la muerte es un asunto muy serio, por eso ríen en memoria del compañero que yace en el ataúd.
Esta mañana se realizó el funeral del payaso Many, el cortejo partió del velatorio en la calle Sayago y se enfiló al panteón Jardines de Xalapa; en la comitiva hay llanto y bromas.
Los payasos viajan entre flores en la parte trasera de una camioneta roja, “Queremos que la gente vea que vamos con el amigo Many” afirma uno de ellos, Confetti; enfundado en un colorido traje verde neon, suena el silbato de oficial de tránsito abriendo paso, cruzan el centro de la ciudad y la gente mira asombrada al cortejo fúnebre, atrás en un “bochito” varipinto atiborrados un puñado de payasos les escoltan.
El panteón es un lodazal. Ahí van dando tumbos y tropezones cuesta abajo, lodo por doquier. Seis payasos cargan en hombros el féretro de Many, el Gran Many, payaso que falleció hace dos días.
Al llegar a la tumba, uno de ellos de manera espontánea recita:
Esta tarde se murió un payaso.
Lo más divertido del caso,
que mientras su cuerpo estaba inerte,
la gente aplaudía y aplaudía,
al mismo tiempo pedía
qué él repitiera su muerte.
Es al payaso en esta vida
a quién Dios lo destinó a sufrir,
pues tiene que hacerte reír,
aunque tenga su alma herida.
Aunque tenga el alma herida,
tiene que hacer reír,
Con su cara pintada y su sonrisa fingida.
Si el payaso pudiera hablar
Y contar su amargura,
aún el alma más dura
se pondría a llorar.
Vienen ahí los aplausos y se sueltan los llantos, entre los asistentes, la viuda rompe en lágrimas,
inicia del descenso, bajan el ataúd. La hija del Gran Many agradece a los pies del sepulcro, el amor de padre mientras salpica con agua bendita con un crisantemo; luego le toca el turno al hijo, agradece a su padre, a sus dos veces padre las enseñanzas: “Vengo como hijo y vengo como payaso a agradecer todo”. Ambos hijos visten de negro y portan la nariz roja de payaso.
Los llorosos colocan arreglos florales y una gran cruz, ahora es el turno de la viuda que en un mar de llanto despide a su compañero: “Nos veremos de nuevo, gracias por todo tu amor, gracias por compartir tu vida, nos veremos otra vez”. Ella también cuando joven fue artista de circo, ahí se conocieron y decidieron reirse la vida juntos.
Y continúa el poeta …
Quizá cuando muera el payaso
todos lo echen al olvido
y de aquel que se han reído
ni se acordarán siquiera
cual música pasajera
que lentamente se va
ni el recuerdo quedará,
así como de todos se olvidan
de mí se olvidarán
Van al circo y allá se alegran.
Oh contraste de la vida
Un aplauso os pido,
Como payaso satisfecho
guardándolo aquí en mi pecho.
Un aplauso para el señor Many…
El payaso poeta pide aplausos y porras para el Gran Many, hay silbidos de aprobación y porras, poco a poco el dolor va quedando bajo el maquillaje. Hay risas con lágrimas mientras se despiden con abrazos fraternos y sus grandes zapatotes al pie de la sepultura aún sin cerrar, donde restará el Gran Many.
Van todos cuesta arriba, en el batidillo de lodo, cruza el camposanto el puñado de coloridos personajes, parece una escena de película de Federico Fellini, ¡Una fantasía! aún dudo que sea verdad lo que he visto hoy.
De niño recuerdo a Many y su familia viviendo en mi casa, él era parte de aquella fraternidad del 77, hoy 50 años después estuve en su funeral, no es real, es un sueño.