Parece que la pandemia de Covid-19 está ocasionando serios problemas en las relaciones de pareja. La sociedad percibe una mayor insatisfacción y desencuentro en las parejas y matrimonios, una alarmante cantidad de separaciones y divorcios y un crecimiento de la idea de no formalizar en la relación, o de plano en la conveniencia y necesidad de mantenerse en permanente soltería y de experimentar en lo que se conoce como el poliamor. Por esas razones y para conocer sus puntos de vista, Palabras Claras ha entrevistado al psicólogo Franco González Aguilar, uno de los profesionales en terapia de pareja más requeridos en la capital de Veracruz. Estas son las respuestas que nos ha brindado en su consultorio de la ciudad de Xalapa:
¿Qué nos puede decir de su labor profesional en estos dos años de pandemia?
En el consultorio se han producido algunos cambios, el primero es que, por razones de disminución de consulta, se retiró una coasociada en busca de mejores opciones. Creo que a todos nos afecta la contracción económica que vive el país y el mundo, pero en la medida en que se están reabriendo las actividades presenciales, se van recuperando los diversos sectores de la economía. En la consulta puede decirse que se mantiene el porcentaje de terapia de pareja, que es del 50%. La otra mitad de los pacientes que vienen aquí, se conforma por personas que buscan atenderse por diversos trastornos psicológicos o problemas existenciales. Y como una forma de solidaridad decidí disminuir el costo un 20%. Estoy participando también en la Asociación Mexicana de Psicología y Desarrollo Comunitario, y como parte del equipo de asociados, estoy apoyando a algunos pacientes y parejas del sector LGTB. Cabe mencionar que algunos pacientes optaron por la consulta telefónica y que todas las actividades presenciales se realizan cumpliendo con las precauciones y medidas de sana distancia.
¿Cuál sería la característica común que presenta la sociedad en estos meses de pandemia y pérdidas humanas y materiales?
Puede decirse que casi toda la población está sufriendo pérdidas. En estos tiempos tenemos que entender que vivimos en una época de duelos: ya sean por pérdida de pareja, de familiares queridos, de amigos, de salud, de empleo, de empresas, de ingresos, de mascotas, de imposibilidad de acudir al trabajo, a espectáculos, a la escuela, hasta de posibilidades de tener sexo, fiestas, de acudir a comidas, a reuniones familiares o hasta de poder ir a tomar un simple café. Bajo esta idea, y sin considerar los pesados duelos por muerte de pareja, hijos o familiares cercanos, que muchos han sufrido o sufren, no es exagerado afirmar que en este tiempo, prácticamente todos cargamos con una canasta de pequeños duelos, o si se ve de otra manera, una incómoda “canasta de duelitos” que afectan nuestras percepciones, nuestras emociones, los comportamientos y la relación humana, y si no nos hemos percatado de ello, eso puede estar generando varios de los problemas psicológicos de esta era covidiana, como son ansiedades, fobias, manías, inseguridades y deseos e intentos de suicidio.
¿Qué problemas están presentando las parejas que vienen al consultorio?
Los problemas que viven, tienen que ver con los cuatro componentes de la relación de pareja, que son amor, romance, intimidad y compromiso, pero el que es fundamental es el compromiso, porque puede haber mucho amor, pero si no hay compromiso, la relación empezará a deteriorarse y extinguirse poco a poco. El romance es esencial para aceitar la relación. La intimidad será la que nos impulsará a acrecentar la comunicación y la tolerancia. El amor es un componente biológico, que no debe dejarse caer. La pareja debe vigilar estos cuatro componentes y cuidar que el compromiso siempre se mantenga, es absolutamente indispensable. En la pareja, más que como tú o como yo, los dos deben pensarse como un Nosotros. Deben estar bien conscientes del tipo de problemas que crean o fomentan individualmente o en conjunto, porque la triste realidad es que los problemas de pareja no se resuelven, sólo se disuelven. Por eso es que la infidelidad, la agresión física, las adicciones graves y alcoholismo y los menosprecios o burlas entre ellos, quedarán grabados por mucho tiempo. Se disuelven, eso sí, pero no se olvidan y generan reproche e infelicidad.
Y en las parejas homosexuales (gais y lesbianas) también están esos cuatro componentes mencionados, aunque en esos casos casi siempre la complicación estriba en que el psicólogo debe romper dos peligros para fortalecer la relación: la pauta ambigua y la pauta simbiótica, dos comportamientos nocivos que suelen llevar los integrantes y que por más que guarden, van a terminar por salir.
¿Qué recomendaría para cuidar o proteger la relación de pareja?
Lo primero que tenemos que entender como sociedad, es que estamos en un momento de transición. Los que formamos parte de esta generación provenimos de generaciones que estuvieron sujetas a culturas machistas, patriarcales o matriarcales, a idiosincrasias religiosas predominantes y a épocas de poco avance en el pensamiento legal, de humanismo y de justicia. Los jóvenes de ahora han crecido con mayores aperturas y con una cultura de los derechos humanos y las libertades, que chocan con la forma de pensamiento tradicional de los mayores. Y aquí puede formarse un punto de quiebre.
Entonces cuando se forma una pareja, se involucran formas de pensar que pueden ser diversas y contradictorias y, por consiguiente, la pareja moderna tendrá que apelar al respeto a los derechos humanos, si quiere durar y formalizarse en el tiempo, no en los papeles legales. Se debe considerar que cada integrante llega a la pareja con la idea de los roles que habrá de cumplir. Si esas ideas son viejas, seguramente va a chocar con su pareja que trae otra filosofía y otra connotación u objetivo. Por eso, en el marco de la pareja, deberán revisarse esos roles de pareja, y si no son convincentes, deben negociarse y redefinirse al gusto de ambos integrantes. Pero para esto se requiere tolerancia y respeto y consideración al otro. Y la suma de todas estas consideraciones deben llevar a compromisos reales y consistentes, no convencionales y frágiles. Además de ello, la pareja debe construir sus propias normas, las normas de la pareja, las que le permitirán conducirse por la vida en armonía.
Lo que yo he observado aquí es que muchas parejas jóvenes recién formadas, llegan al consultorio a obtener información precisa para no incurrir en los errores de sus mayores y mantener sana la relación. Justamente, a raíz de ese descubrimiento, ahora estoy ofreciendo una pequeña asesoría y capacitación los sábados por la tarde, con el beneficio de que, por el mismo precio, pueden invitar sin costo a otra pareja amiga.
Pero esta situación debiera ser objeto de alguna política pública que ayude a la sociedad, porque la terapia es un privilegio, un lujo en nuestro país. Las instituciones deberían ofrecer talleres de formación para parejas que quieren hacer una familia, y voy más lejos, a mí me parece que la enseñanza de la sexualidad que se hace en las escuelas, debería extenderse a contenidos sobre cómo formar una pareja y cómo mantener sana la relación, y también, contenidos sobre la crianza y educación familiar de los hijos, estos contenidos, fomentarlos y extenderlos tanto en la secundaria, la preparatoria y en el nivel superior.
¿Cómo se maneja el psicólogo cuando los conflictos de la pareja se deben a problemas individuales, que a veces no se quieren reconocer?
Lo primero que se le plantea a un paciente que llegue solo o en pareja, es que la terapia no es un club de conversaciones o una plática con un amigo complaciente que quizá nunca te dirá que estás equivocado y que cometes errores. La terapia tiene un costo, y por consiguiente, el paciente, que paga la tarifa, siempre debe contar con la seguridad de que el terapeuta le hablará de manera responsable, profesional y humana. Porque no sería profesional, un psicólogo que, por cuidar el ingreso económico, se guarde verdades amargas que pudieran molestar al paciente. Si eso hace, está incumpliendo con su labor de sanación, y sólo ve al paciente como cliente. Ese es el psicólogo que se convierte en comerciante y deja de ser terapeuta.
Cuando en la pareja llega alguien con problemas individuales, se le invita a hacer una terapia individual. Esto ocurre cuando alguien padece celotipia, inseguridad, ansiedad, depresión, agresividad y otros trastornos psicológicos que pueden esconder problemas graves de autoestima que hay que atender para mejorar a la pareja y a ellos mismos en la gestión de su vida.
En estos casos se plantea una terapia de autoestima que consiste en aplicar seis herramientas que deberán adoptarse como prácticas cotidianas: se plantea la autoestima como si fuera una mesa en la que está parado el paciente, y que esa mesa está sostenida, no por cuatro patas o columnas, sino más bien por seis puntales que deben ser indestructibles y que hay que proteger y afianzar diariamente. Hay que enseñar al paciente a vivir conscientemente, a tenerse conmiseración, a aceptarse como es, a ser responsable de sí mismo, a autoafirmarse, a mostrar integridad moral y, sobre todo, a tener un propósito y buscar un sentido a su vida, como lo plantean Branden, Frankl y otros psicólogos. No debe olvidarse que la autoestima es de quien la trabaja.
¿Qué corriente o escuela psicológica sigue en su consulta?
Me gusta aplicar un enfoque integrativo, lo que significa que suelo hacer intervenciones desde la psicología cognitivo conductual, desde la psicología humanista y del desarrollo moral, y de la logoterapia de Víctor Frankl, fundamentalmente. En la conversación con el paciente me gusta introducir aspectos filosóficos o del psicoanálisis de Freud en lo relativo al aparato psíquico y al trauma y los mecanismos de defensa, el apego y el desapego. También les comparto mis aprendizajes sobre las neurociencias, la terapia mindfulness y coincido con la postura posmodernista de Anderson en lo que concierne a las posibilidades de la conversación y el lenguaje que utilizan los pacientes, lo que ayuda a involucrarlos de manera más efectiva en la terapia.
Debo señalar que antes de dar consulta, y como un prerrequisito personal, yo mismo pasé por el diván del psicoanálisis por más de dos años. Precisamente debo comentar que mi consejero y asesor en la psicoterapia es el doctor Jorge Tadeo Reyes, uno de los grandes psicólogos y psicoanalistas que hay en Veracruz.
¿Cuál es su propósito principal como psicólogo?
Estoy consciente de que la pandemia de Covid-19 y sus efectos en la sociedad está modificando comportamientos, formas de pensar y tipos de relaciones humanas y de pareja. Como profesional estoy convencido de la necesidad e importancia de estar informado de los avances en todas las ciencias que tienen que ver con el ser humano y sus problemas existenciales.
Como psicólogo aspiro a que las personas que salgan de la terapia puedan descubrir, transformar y crecer para buscar ser mejores individuos, seres humanos plenos y convencidos de que lograrán gestionar razonablemente su vida en todos los aspectos y principalmente que pueden adquirir y conservar el poder y la voluntad de ser más felices.