La arrogancia, insensibilidad y prepotencia de la ingeniera Nahle infunde miedo y atolondra al gobierno de Veracruz, principalmente a los de su círculo más cercano. A unos los tiene bien agarrados con los expedientes de su pasado, y a otros, que son la gran mayoría, simplemente no quieren vivir alejados del presupuesto público ya que lo único que saben hacer es: nada.
A eso se agrega, que en los pasillos del poder veracruzano se hacen “la pregunta del millón”: ¿por qué los funcionarios estatales andan tan desaparecidos justo cuando más se les necesita?
Y es que, mientras las inundaciones siguen dejando estragos en distintas regiones, los secretarios, subsecretarios y directores del gabinete parecen haberse esfumado del mapa.
Nos explican que no se trata de simple desinterés, sino de miedo. Sí, miedo. Dicen que la gobernadora Rocío Nahle García tiene a sus principales colaboradores con el Jesús en la boca, pues nadie se atreve a moverse ni a declarar nada sin su visto bueno.
El detalle es que, mientras reina el control y el silencio, la emergencia sigue creciendo… y con ella, el malestar ciudadano. A ello se suma la queja de los alcaldes —incluso los de Morena— quienes en voz baja afirman que los recursos no llegan y de que la atención se centra más en la foto que en la solución.
Además, funcionarios del primer círculo de Rocío Nahle, con ceja levantada, reconocen que efectivamente la gobernadora de Veracruz es una gran constructora…pero de problemas. Nos aseguran que en Palacio de Gobierno el control no sólo es sobre los funcionarios, sino también sobre la información.
También cuentan que desde Comunicación Social se giraron “recomendaciones” —que más bien parecen órdenes— para que nadie hable del tema de las inundaciones sin la venia de arriba. Ni directores, ni secretarios, ni mucho menos alcaldes.
El mensaje es claro: la única voz autorizada es la de la gobernadora Rocío Nahle García, y todo debe girar en torno a la narrativa del “gobierno que atiende y resuelve” … Que parece un bebé gruñón, afirman.
Sin embargo, en los medios y en redes sociales la realidad se impone: imágenes de caminos destruidos, comunidades incomunicadas y ciudadanos reclamando apoyos que no llegan.
Dicen los enterados que el intento por controlar la percepción ya se les salió de las manos… y que, en vez de mejorar la imagen del gobierno, la está hundiendo aún más.










