Esta semana tampoco terminará bien para el senador Ricardo Ahued. En la mañanera de hoy el presidente López Obrador aseguró que con la llegada de Horacio Duarte a la Administración General de Aduanas, se acabará con el influyentismo y la corrupción en el sector.
Las plásticas declaraciones y movimientos de los seguidores de Ahued -donde algunos analistas políticos juraron que con la salida del hidalguense de la administración de aduanas se había “alborotado el gallinero”, que en diciembre relevará a Cuitláhuac García o en lo próximo a Eric Cisneros en la SEGOB- deberían ser más serias y tomar en cuenta que el exalcalde de Xalapa no es veracruzano ni tampoco cuenta con una licenciatura. Lo de no ser veracruzano le impide legalmente ser gobernador, no contar con titulo y cédula profesional frena su llegada a SEGOB.
Claro, en ambos casos los diputados locales pueden hacer el milagro reformando la constitución para que llegue a ser gobernador o dispensar que no tenga título y arribar a la SEGOB. Sin embargo, los comparsas de “Don Ricardo” olvidan que los verdaderos morenistas y la gran mayoría de los diputados locales no quieren a este hombre por arribista y chapulín.
Parece que el ex priista fue insensible a los tiempos del coronavirus, y se quiso adelantar a los designios obradoristas, lo que terminó por evidenciar que no era súper consentido de AMLO y que no era ni es un senador con licencia para gobernar.
El presidente confirma hoy que el incorruptible Ahued no acabó con la corrupción ni con el influyentismo en aduanas. Por otro lado, AMLO tendrá que ver que este tipo de designaciones -como en muchas más- no es necesario contar con un 90% de lealtad y un 10% de conocimiento. El manejo aduanero, las implicaciones en el comercio global, seguridad pública y nacional necesitan conductores de acero, no de plástico.
Así que Ricardo no se fue, lo fueron.