Hipólito Rodríguez Herrero, el alcalde de Xalapa, transita un periodo políticamente convulso que bloquea la agenda populista con la que llegó al poder.

El nuevo munícipe da muestras de ser un hombre empecinado y que forma parte de esa clase política que se encuentra dañada por el elogio. Alguien que ya fue infectado por el virus de la soberbia y de la avaricia. Parece que el fantasma de Américo campea entre los pasillos y patios del palacio.

Al interior del Ayuntamiento de Xalapa y a menos de dos meses de la administración municipal, se sabe que quien le engorda el ego es el director de gobernación, Ulises Ponce Tenorio, quien lo expone al fácil error de creerlo infalible.

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Ojalá que los desagradables momentos que vive Xalapa y los empleados del ayuntamiento, les sirvan de acicate a las autoridades municipales para que mejoren sus percepciones y atenciones con la sociedad. Con esas actitudes, parece que los morenistas desdeñan a los más de 70 mil xalapeños que votaron por un “cambio” en la capital veracruzana.

En su hombre de confianza -que no de habilidades y capacidades para gobernar- podría llevar la penitencia. Porque el origen latino del nombre Ulises proviene de ‘odios’ y significa ‘camino,’ y como significado adicional quiere decir ‘el que tiene mal carácter’.

“Relájate, Hipólito”, le recomendaría su máximo redentor. “Aplíquese, alcalde”, piensan los xalapeños.

Xalapa así no florece, sólo desmerece.

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