Dentro de las interminables especulaciones políticas de esta semana, la que se lleva los mayores comentarios, es la posible destitución de Ricardo Anaya como candidato presidencial del Frente constituido por el PAN, el PRD y MC. Ante las posibles implicaciones jurídicas del cuestionado asunto de los inmuebles del queretano, desde hace varios días importantes analistas y actores políticos del país han sugerido el posible cambio de Anaya por el del exgobernador poblano Rafael Moreno Valle.
Si se diera ese cambio en las alturas, habría que analizar las implicaciones en varios estados, entre ellos Veracruz.
Nadie sabe si se mantiene la relación estrecha que tuvieron en sus tiempos de romance con Elba Esther Gordillo, los señores Miguel Ángel Yunes Linares y Moreno Valle. Aún se recuerda las noches de fiesta por diversas ciudades que hace algunos años ambos disfrutaban con la entonces sonriente y dicharachera dirigente magisterial, y que incluso narraban las principales revistas de sociales mexicanas.
Si Yunes linares no conserva una buena relación con el poblano, y de convertirse éste en candidato presidencial, podría poner en serios aprietos la candidatura de Miguel Chico.
No creemos que Moreno Valle quisiera tocar algún instrumento, o que estuviera dispuesto a echarse unas cancioncillas con Yunes Márquez. Ni tampoco tendría muchas ganas de encaramarse en los andamios y torres de los escenarios panistas.
Por otro lado, Ricardo sólo diría a Yunes: “Ni modo, no se pudo. Pero lo caído, caído”.
Pero eso, sólo pudieran ser sueños guajiros y tropicales en el ensueño meadista. Por otro lado, los panistas de Veracruz llevan varios días mudos y no sueltan prenda alguna sobre los tirones azules y rojos en las alturas.
¿Qué pasaría, siguiendo esa especulación, que al igual que en la contienda presidencial, también hubiera un cambio de caballo en la carrera estatal?
El Veracruz panista podría convertirse en un auténtico “Valle de lágrimas”.