El relevo en la dirigencia estatal del PRI, hoy a cargo de Marlon Ramírez Marin, ha generado una fuerte disputa entre los militantes de ese instituto político. La voracidad de algunos de sus correligionarios por alcanzar o llevarse lo poco que queda en el está a tope.

Dicen, los que saben, que Héctor Yunes Landa, el diputado plurinominal del PRI, de plano y en abierto anda en la formación de su nuevo partido político Vamos Veracruz. El excandidato perdedor a la gubernatura jura y perjura que desinflará al PRI veracruzano por la fuerza y empuje que dice tener, tanto en lo personal y con sus seguidores.

Y es probable que a Yunes Landa el caluroso mes de mayo le dio fuerza, como en los tiempos en los que presumía que arrasaría en su campaña para diputado local y perdió contra Francisco Fernández Morales “El Potro”, el afamado líder regional que se siempre ha exigido bajen las tarifas eléctricas en Veracruz. 

Anuncios

Héctor Yunes siempre amenaza, grita, patalea y actúa como bebé gruñón cuando sus caprichos no son cumplidos. Nada de lo que pueda hacer o decir tiene mucho eco en el territorio veracruzano, la sociedad lo conoce y sabe que Héctor no cumple compromisos. 

Ahora, él sabe que jugó en contra de la dirigente nacional Claudia Ruiz Massieu -sobrina el expresidente Carlos Salinas- a quien acusó de malas prácticas partidarias e incluso la invitó a que regresará a su curul en el Senado de la república y siempre atento a sus intereses, mejor se retira del partido que todo le ha dado. 

Marlon Ramírez no atendería los antojos que a destajo gusta Yunes Landa, porque ha demostrado su lealtad a Ruiz Massieu, aunque algunos hectoristas aseguren que el exregidor porteño no duerme por el terror que le causa el de Soledad de Doblado.

Héctor aplica más la estridencia que la eficiencia.

Publicidad