Esto de las clases en línea tiene muchos pros y contras. A algunas mamás les gustan, otras mamás las odian. Algunos niños ya están acostumbrados y las disfrutan y sacan el mejor provecho de ellas, otros de plano no les han agarrado la onda; algunos otros ya están hartos.

Algo que yo creo que ha estado bien, es que nos hemos dado cuenta de muchas cosas que normalmente no habríamos observado en nuestros hijos. Aunque también tienen esta ventana donde a veces como mamás nos colamos y es el meternos en donde normalmente no nos llaman, en el salón de clases.

Hace unas semanas a #minispeedy le dejaron una exposición. Crea un logo y explica de dónde viene, qué significa y no sé cuánta cosa más.

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Si hay algo que mi hijo odia es hacer tarea, así que, honestamente hizo lo mínimo indispensable. Dibujó un logo para un club de futbol y escribió, cuando mucho tres líneas sobre él.

El día que expuso llegó llorando conmigo porque le dijeron que había sido muy corto y nadie le aplaudió.

Qué impotencia se siente, sin embargo platicamos y estuvo de acuerdo en que quizá podría haber hecho un esfuerzo más grande pues su exposición estuvo un poco pobre.

– Creo que pude haber hecho un esfuerzo más grande.

El episodio pasó pronto y, según yo, no hizo demasiados estragos.

Pero la semana pasada le dejaron una exposición nueva: hablar sobre los recursos naturales, elegir uno en específico y hablar de sus características, usos y forma de cuidarlo.

Desde que le dejaron el trabajo, una semana antes de la exposición, decidió ponerse a investigar. Me pidió ayuda y nos sentamos juntos a armar una presentación en Power Point y toda la cosa.

– Esta vez no me va a pasar lo mismo. Voy a esforzarme más, mami.

Obviamente me sentí muy orgullosa pues nadie tuvo que decirle nada para que aprendiera la lección.

Entre los dos investigamos en internet y seleccionamos la información que utilizaría; eligió como recurso natural los árboles. Armamos juntos las diapositivas con la información y la acomodamos.

Él se encargó de ponerle fondo, formato, diseño, movimiento y dibujos. Estaba muy contento con el resultado.

Se puso a estudiar y se la aprendió porque la maestra les dijo, que aunque tuvieran la presentación, no quería que leyeran. Lo normal.

El día de la presentación, antes de su clase, me pidió que la repasáramos para que le saliera muy bien. Bendición y todo, allá fue.

Por supuesto sin mi presencia, oso mil que tu mamá esté junto a ti en tu clase. Sus palabras, no las mías. Pero las secundo al 100.

Al rato llegó conmigo en llanto total, de esas lágrimas pesadas que corren a mil por hora por su carita.

– ¿Estás triste? – Pregunté.

– Sí. Mucho.

– ¿Me quieres contar?

Y así, como pudo, entre sollozos, me dijo que otra vez no le habían aplaudido.

– Es que es injusto. A los demás sí les aplauden y a mí no. Solo me aplaudió la miss y mis dos amigos.

Con mucho pesar me di cuenta de que quizá no es solo el contenido de las exposiciones sino que realmente está faltando más relación. Definitivamente la necesidad de pertenencia de mi hijo en la escuela está completamente incumplida.

Nada más no la ha cubierto.

Sí, tiene un par de amigos con los que platica en los descansos o por las tardes por videollamada, pero definitivamente el ser el nuevo del grupo, aunque ya lleven más de 6 meses juntos es algo que pesa a la distancia. O al menos eso pienso yo.

Quiero creer que de haber llegado a una escuela nueva de forma presencial, la convivencia con los demás compañeros sería diferente. Pero no lo sé de cierto.

Veo con pesar que mi niño se siente excluido por sus compañeros y me llena de impotencia, aunque sé que no puedo resolverlo ni a distancia ni presencial. Aunque sí tengo la esperanza de que al regresar a clases, en la escuela, las cosas puedan ser diferentes.

Mientras tanto, y desde donde a mí me toca, estoy trabajando mucho con él para asegurar y fortalecer su autoestima, de tal forma que esas cosas no lo abrumen tanto, pero sé que le duele. Porque como, cualquier ser humano, él quiere pertenecer.

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