Un estudio de la Universidad de Michigan revela que la homofobia internalizada es uno de los factores que diferencia la violencia doméstica producida entre las parejas heterosexuales y las homosexuales, en las que este tipo de violencia también es alarmantemente habitual.

En la edición de julio de la revista American Journal of Men’s Health se publican las conclusiones de un estudio realizado en la Universidad de Michigan sobre la violencia doméstica entre parejas del mismo sexo. Una investigación que se ha realizado a través del testimonios de 160 parejas homosexuales residentes de ciudades como Atlanta (Georgia), Boston (Massachusetts) y Chicago (Illinois) con el objetivo de determinar las diferencias entre las relaciones domésticas entre las parejas homosexuales y las heterosexuales. La principal conclusión del estudio es que mientras el abuso de las drogas y la inseguridad financiera son factores que conducen a la violencia doméstica en ambos tipos de parejas, sí existe un factor que genera «tasas alarmantemente altas» de violencia doméstica entre las parejas de hombres homosexuales: la homofobia internalizada.

«Las conclusiones revelan que los niveles de violencia era más habitual entre parejas que habían sufrido violencia homofóbica y que tenían un punto de vista hegemónico tradicional sobre la masculinidad con el que tenían problemas para negociar, en lo que se conoce como una ‘lucha por ser el macho alfa’», afirman en las conclusiones de esta investigación, para la que se entrevistan a los miembros de las parejas de manera individual con el objetivo de que pudieran expresarse libremente sobre sus respectivas relaciones, siendo además parejas «sero-discordantes», en las que un miembro de la pareja portador del VIH y el otro no, y de las que casi la mitad de las parejas, un 45,6 %, afirman haber experimentado alguna forma de abuso por parte de su actual pareja.

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El estudio cataloga cinco son las esferas en las que se produce el abuso: «física y sexual», en lo que se refiere a agresión física y violación, «emocional», tales como críticas sobre el comportamiento y las elecciones personales, «control», castrando las relaciones con amigos y familiares, «monitorear», leyendo mensajes de texto y correos electrónicos, y todo lo relacionado con el «VIH», mintiendo sobre el estado serológico y la intencionalidad de transmisión del VIH. El 33,6 % de los encuestados admite haber sido víctimas de violencia emocional en la que se considera la forma de abuso más frecuente, seguida por la monitorización, que ha sido sufrida por uno de cada cinco encuestados. El 9,7 % afirma haber sido víctima de violencia física, mientras que el control se ejerce en el 6,8 % de los casos.

«El estudio es uno de los pocos que analiza la violencia desde la perspectiva de ambos miembros de parejas masculinas (…). Fijándonos solamente en la violencia física y sexual entre parejas de hombres, se trata de entre un 25 a 30 por ciento, aproximadamente la misma que en las mujeres [de parejas heterosexuales ]. Estamos atascados en esta representación de la violencia doméstica que identifica como femenina a la víctima y como masculino al agresor, mientras que es muy importante resaltar que hay otras formas de violencia doméstica en todo tipo de relaciones», sostiene el Dr. Rob Stephenson, Profesor de Enfermería de la Universidad de Michigan y Director del Centro para la Disparidad de la Sexualidad y la Salud, quien espera que estas conclusiones sirvan para modificar la percepción sobre el abuso doméstico, que se produce igualmente entre parejas de lesbianas.

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