Agustín Basilio de la Vega

Durante mucho tiempo se ha dicho: “mejor no hablemos ni de política, ni de religión y ni de futbol” porque es imposible ponerse de acuerdo y acaban mal las amistades. Tal parece que opinar con libertad es inconveniente y destructivo cuando en realidad es enriquecedor. Recuerdo que Carlos Castillo Peraza siempre promovió el diálogo y el acuerdo entre personas que piensan distinto. 

También se ha generalizado la idea que la política es algo sucio, sin importancia y que no debe mezclarse con la vida cotidiana y menos con la religión. Lo anterior choca con la Doctrina Social de la Iglesia que en los dos últimos siglos ha promovido principios fundamentales como el respeto a la dignidad de la persona humana, la consecución del bien común, la solidaridad y la subsidiariedad.

El cristianismo es esencialmente social pues la buena nueva anuncia la salvación del hombre mediante el amor al prójimo instituido por el Mesías. Jesús durante su vida publica hizo el bien y elevó la dignidad de los hombres a hijos y hermanos del mismo D ios. Su vida pública es un testimonio de solidaridad y con sus discípulos nació la Iglesia que es fundamentalmente una comunidad, una asamblea.

Anuncios

A lo largo de la historia, los cristianos han influido para que los derechos humanos se respeten, para la construcción de la paz y para la libertad. Aquí en México existen ejemplos de la influencia del evangelio para ayudar a los huérfanos, atender enfermos, ayudar a los pobres, luchar por la libertad y hoy en día para promover la democracia.

A partir de la encíclica Rerum Novarum del papa León XIII (1891) se promovió la dimensión social del cristiano que debe de involucrarse en los aspectos de su comunidad y no abstenerse de participar en los sindicatos, empresas, grupos de trabajo e incluso en el gobierno pues el evangelio debe trasformar positivamente la vida humana y así construir gradualmente el bien común en la ciudad temporal.

A partir del Concilio Vaticano II se clarifica que no se puede ser un buen cristiano si no hay un compromiso con la realidad común en materias como la educación, la salud, la seguridad, la economía o el medio ambiente. ¿cómo poder acreditar el amor al prójimo si no participo en la construcción de un mejor país? No se trata de que se haga a un lado la vida espiritual sino de encarnar en todos los aspectos de la vida humana el mandamiento de amor y la búsqueda de la justicia.

El cristiano de hoy está llamado a votar el próximo 2 de junio en la elección más grande y crucial de la historia reciente de México a la luz de la doctrina social de la Iglesia porque “… Los fieles están obligados a cumplir con fidelidad sus deberes temporales, guiados siempre por el espíritu evangélico. Se equivocan los cristianos que, pretextando que no tenemos aquí ciudad permanente, pues buscamos la futura, y por ello consideran que pueden descuidar las tareas temporales, sin darse cuenta de que la propia fe es un motivo que les obliga al más perfecto cumplimiento de todas ellas, según la vocación personal de cada uno…”

Mas adelante la misma Carta encíclica de Paulo VI sentencia que “…El cristiano, que descuida sus obligaciones temporales, falta a sus obligaciones con el prójimo y con Dios mismo, y pone en peligro su salvación eterna…” Gaudium Et Spes, 43 (1965)

Por ello anular el voto y pretextar que no existen opciones es una falta a la solidaridad con los demás y una irresponsabilidad ya que mediante un juicio de valor, se puede elegir el bien posible y en caso extremo elegir el mal menor, no hay pretexto, hay que ir a votar y votar bien, con conocimiento de causa. 

X @basiliodelavega                                                           

Publicidad