Salvador Muñoz
El tío Abel paseaba a esa nena en brazos por toda la playa, de un lado a otro, hasta que agotado, y no precisamente por el calor, la llevó a su madre diciéndole, palabras más, palabras menos: “¡Ten! ¡Pesa mucho esta Gorda!” Y de ahí en adelante, sin querer queriendo, se le quedó ese apodo: La Gorda.
A Bertha Ahued Malpica no le incomoda en lo mínimo que le digan Gorda… aunque confiesa que nunca ha estado pasada de kilitos… a lo mejor sí cuando estuvo en Monterrey, pero sabe que la expresión es sólo cariño, afecto, camaradería.
Al fin costeña, no tiene pelos en la lengua… sonríe a la mínima provocación… es efusiva en el abrazo, el apapacho, y no se reprime para desde la curul, lanzar un beso a quien le simpatiza, a quien le guarda afecto, a quien simplemente le cae bien…
Es la diputada que cada vez que pasa por la sala de prensa del Congreso local, se para en la puerta y lanza un saludo, un buenos días, buenas tardes, cómo están…
Platicamos en los corrillos de Palacio de Encanto… hace algunos años coincidimos en la casa de una amiga en común: Zayda Lladó. Lo recuerda como a la vez recuerda a Brenda, la mujer.
Le cuento que una ocasión, cuando publicamos una nota de ella con el encabezado de La Gorda, algunos internautas se nos fueron encima porque creían que la insultábamos… ella cuenta que luego de haber ganado la curul, el periódico Notiver igual utilizó ese mote en algún encabezado y estando en un restaurante, escuchó a un lector indignado por ese “Gorda”, por lo que tuvo que levantarse, presentarse, y explicarle que así le decían, que no había ningún problema.
Y algo muy curioso… para su campaña como candidata a Diputada, no utilizó ese mote aun cuando había personas que le decían que lo usara, como para estar más cerca de la gente… ahí ella optó por su nombre: Bertha Ahued Malpica… ¿Y la Gorda? Lo dejó para la familia, para los amigos… aunque si la gente le quiere decir así, está bien, pero quiso darle de cierto modo, formalidad a su campaña… sí, es relajienta, alegre, pero también entiende la seriedad del cargo, la responsabilidad del cargo, y sobre todo, el compromiso con la gente.
Se apuntó en pos de la candidatura por Boca del Río… se le cuenta que no va sola… que va también Rodolfo Márquez… “¡Un buen muchacho!”, expresa con afecto al empresario…
Igual habla de forma tersa de Pepín Ruiz, su vecino de años… y ahora vecino de curul…
Entiende la responsabilidad que implica competir por ese cargo, como también lo entendió cuando lo hizo por la curul donde por cierto, no niega lo a gusto que está en esa encomienda que más de 30 mil votos de diferencia sobre su opositor el pueblo le dio… y me despido de la diputada, de la aspirante a candidata, de Bertha, de la Gorda, que un día, agotó los brazos del tío Abel mientras la paseaba en la playa.