Lluís Lozano

Ciudad de México, 29 dic (EFE).- En las calles, las aduanas, las obras públicas, las fronteras y algunos crímenes. En 2022 se culminó la omnipresencia del Ejército mexicano, acumuló más responsabilidades que nunca y se confirmó como uno de los pilares de la presidencia de Andrés Manuel López Obrador.

Aunque la militarización de la vida pública ha sido una tendencia desde el inicio del siglo, apuntaron los expertos consultados por EFE, durante el sexenio de López Obrador se ha multiplicado el poder de las Fuerzas Armadas, una tendencia perjudicial para la salud democrática del país, advirtieron.

“Un Ejército que no había sido protagónico en política comenzó a serlo y se ha ido acentuando en los últimos cuatro años, cuando lo que esperábamos era lo opuesto, que un gobierno de izquierda frenara la militarización”, dijo Carlos Pérez, investigador del Centro de Investigación y Docencia Económicas (CIDE) y experto en seguridad.

Entre las nuevas responsabilidades asumidas por los militares durante este sexenio destacan la construcción de los grandes proyectos públicos, como el Tren Maya o el Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles, o el control de las fronteras, aduanas y puertos.

Este año en concreto, la gran prerrogativa al Ejército fue la cesión del control de la Guardia Nacional, que nació como un cuerpo civil de seguridad y que pasó a estar bajo las órdenes de la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena) tras una reforma constitucional impulsada por López Obrador.

Además, se aprobó ampliar hasta 2028 el periodo en el que las Fuerzas Armadas patrullarán las calles del país para tareas de seguridad pública, algo antes previsto hasta 2024.

No obstante, Pérez puntualizó que el protagonismo de los militares se debe al fracaso de las instituciones civiles del Estado mexicano en su conjunto.

VIOLACIONES DE DD.HH. EN FRONTERAS

El despliegue de decenas de miles de tropas a lo largo de las fronteras coincidió con cifras inéditas de migrantes: según la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza (CBP, en inglés) estadounidense, en el año fiscal de 2022 se detuvieron a más de 2,76 millones de personas indocumentadas en la frontera con México.

La presencia militar en las fronteras norte y sur conllevó repetidas violaciones de derechos humanos, como desapariciones forzadas, torturas o ejecuciones.

“Hemos visto hasta tres casos de migrantes ejecutados por la Guardia Nacional, que han intentado disimular. Las Fuerzas Armadas tienen una historia de ocultar violaciones de derechos humanos”, denunció el investigador de la ONG Human Rights Watch (HRW) en México Tyler Mattiace.

Una de las víctimas fue Heidi Mariana, una niña de cuatro años que murió en septiembre por el impacto de una bala perdida del Ejército en la fronteriza ciudad de Nuevo Laredo, en el norteño estado de Tamaulipas.

GOLPES AL EJÉRCITO

Los avances en el caso Ayotzinapa, que investiga la desaparición de 43 estudiantes en 2014 en el sureño estado de Guerero, y la filtración de millones de documentos de la Sedena por parte del grupo de “hackers” Guacamaya, supusieron dos golpes al Ejército este 2022.

En primer lugar, la Comisión para la Verdad y Acceso a la Justicia del Caso Ayotzinapa del Gobierno reconoció que la desaparición de los jóvenes fue un “crimen de Estado” en el que participaron militares en connivencia con la organización criminal Guerreros Unidos.

Las filtraciones de Guacamaya, por su parte, revelaron la venta de armas por parte de las Fuerzas Armadas a grupos criminales o el espionaje con el software Pegasus a periodistas y activistas.

“Lo que nos demuestran Ayotzinapa y Guacamaya es que detrás del misticismo y el disfraz de esos uniformes hay cánceres, enclaves autoritarios y corrupción”, expuso el académico del CIDE.

Otra careta que cayó este año, indicó el investigador de HRW, fue el papel civil de la Guardia Nacional, cuya creación fue un intento de justificar el uso de las Fuerzas Armadas en la seguridad pública.

“Siempre ha sido el Ejército, y el intento del Gobierno de fingir que fuera algún tipo de policía civil fue absurda desde el día uno”, criticó.

PREOCUPACIÓN POR EL FUTURO

Ambos expertos mostraron preocupación por el futuro de México en el caso de que la tendencia militarista se perpetúe y ante la posibilidad de que el Ejército alcance cada vez mayores cotas de poder.

“Tanto poder en los militares puede derivar en un proyecto más autoritario de Estado y cada vez es más difícil dar marcha atrás”, incidió Pérez.

Mattiace focalizó el problema en el aumento de la independencia económica y política del Ejército, que implica mayor capacidad de toma de decisiones unilaterales sin la aprobación del Gobierno.

“López Obrador cree que las Fuerzas Armadas están bajo su control, pero han habido incidentes que nos llaman a preguntar si son los generales quienes están realmente al cargo”, cuestionó.

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