¿Cuánto tiempo es necesario para que el virus preste resistencia a los anticuerpos? La respuesta la dio un reciente estudio sobre el SARS-CoV-2 que demostró la sorprendente resistencia del virus y su poder de mutación.

Estas variantes representan un desafío para el control de la pandemia a través de medidas de salud pública y vacunación. Los cambios, no son una excepción a los virus. Los científicos, además de saberlo, corren para identificarlos dado que la mayoría de los virus son expertos en modificaciones para adaptarse a su entorno.

Considerado por los investigadores como un “impresionante” experimento, el estudio comprobó que 80 días eran suficientes para que la selección natural transformara una cepa inicial en un virus mutante, contra el cual los anticuerpos no resultaban eficaces.

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El trabajo consistió en inyectar la cepa inicial del coronavirus SARS-CoV-2 en el suero rico en anticuerpos neutralizantes de un ex paciente de COVID-19 y sus resultados fueron pre-publicados en el servidor BioRxiv.

Para investigar la evolución del SARS-CoV-2 en la población inmune, los expertos co-incubaron virus auténtico con un plasma altamente neutralizante de pacientes convalecientes de COVID-19.

En una de las comprobaciones, el plasma neutralizó completamente el virus durante 7 pases, pero después de 45 días, la deleción – un tipo de mutación genética – que condujo un avance parcial. En el día 73, se produjo una sustitución, seguida el día 80 por un cambio genético, que generó una variante completamente resistente a la neutralización del plasma. El modelado computacional predice que la deleción y la inserción en los bucles evitan la unión de anticuerpos neutralizantes.

Las conclusiones que surgen del experimento parecen sencillas: la selección darwiniana en la cual la naturaleza sigue su curso, es suficiente para posibilitar estas mutaciones.

El estudio, que inquieta las certezas sobre el comportamiento del virus y estuvo encabezado por el italiano Rino Rappuoli, científico principal y responsable de I+D externo de GSK Vaccines y de Monoclonal Antibody Discovery Lab, mostró como tres mutaciones fueron suficientes para que el SARS-CoV-2 logre evadir la respuesta de anticuerpos policlonales de un plasma convaleciente de COVID-19 altamente neutralizante.

Según explicó, Rappuoli y su equipo, tomaron el suero de un ex paciente con coronavirus que había desarrollado los mejores anticuerpos posibles contra la cepa clásica del coronavirus SARS-CoV-2. Inyectaron virus en ese suero, para ver qué pasaría si lo dejaban.

Mientras que, al inicio del experimento (día 1), los anticuerpos neutralizantes desarrollados por el ex paciente estaban tan presentes en su sangre y tan efectivos que, incluso diluido 640 veces, el suero impidió que el coronavirus prosperara en su lecho de células, el equilibrio de poder se invirtió velozmente. Después de la 45 ° día, el virus había desarrollado en su mutación proteína primera espiga (supresión) que hizo más resistentes a los anticuerpos.

Por el día 80 surgió espontáneamente famosa mutación E484K que hizo que el éxito evolutivo de la variante Sudáfrica y otras. Para esa fecha, la capacidad de resistencia del suero y sus anticuerpos ya se había dividido por diez. Y esta capacidad se había convertido en nula poco después, entre los días 80 y 90, gracias a una nueva mutación.

Jean-Michel Claverie, profesor honorario de la Universidad de Aix-Marseille, particularmente impresionado por los resultados de este estudio, sostuvo en declaraciones que publica el diario francés Les Echos, que “esta última mutación, la inserción espontánea de una cadena larga de 11 aminoácidos en la posición 248 de la proteína Spike, es particularmente interesante”.

Hasta ahora, los científicos creían que insertar tantos aminoácidos a la vez solo podía ser un evento extremadamente raro, que tardaba décadas en ocurrir. Es por ello que consideraron que un paso directo del patógeno del murciélago a los humanos era altamente improbable, y que el virus debió haber pasado por un hospedador intermediario -el pangolín u otro animal-, donde pudo haber mezclado su material genético con ese de otro virus específico de este huésped intermedio.

Pero el hallazgo de Rino Rappuoli pone en duda estas certezas, ya que muestra que tal inserción puede ocurrir de forma natural y espontánea, por el solo juego de la selección darwiniana, en menos de tres meses.

La continua propagación en poblaciones inmunocompetentes ha llevado a adaptaciones del virus y a la generación de nuevas variantes del SARS-CoV-2. De hecho, las variantes se han descrito recientemente en el Reino Unido, Sudáfrica y Brasil, incluso la base de datos de la Iniciativa mundial para compartir todos los datos (GISAID), informa más de 1100 cambios.

¿Cómo afectan estos resultados a la población en general? Un virus tiene como objetivo sobrevivir y propagarse. Es capaz de cambiar su estructura para lograr este objetivo. Como se muestra en varios pacientes con COVID-19 inmunodeprimidos a largo plazo, la exposición prolongada del SARS-CoV-2 a anticuerpos neutralizantes puede producir mutaciones que crean un virus resistente.

Una cuestión importante para el desarrollo de vacunas es si el virus auténtico, bajo la presión selectiva de la respuesta inmunitaria en personas convalecientes o vacunadas, puede evolucionar para escapar de la inmunidad colectiva y el tratamiento con anticuerpos. Incluso que estas mutaciones logre que vayamos a una pandemia sin fin.

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