Con la detención de Ismael “El Mayo” Zambada, el último de los viejos grandes narcotraficantes mexicanos, comienza una nueva etapa para el Cártel de Sinaloa —uno de los más poderosos del mundo— que los expertos creen puede llevar a más violencia en México y un considerable flujo de información procedente de los procesos judiciales en cortes estadounidenses.
Zambada, quien eludió a las autoridades durante décadas y nunca pisó una cárcel, era uno de los capos más viejos y astutos de México, conocido por su poder corruptor y su habilidad negociadora con todo el mundo, incluidos grupos contrarios, coincidieron todos los expertos consultados.
Al desaparecer del panorama criminal, puede darse una guerra interna por el control del cártel —como ha ocurrido en el pasado tras arrestos o muertes de capos importantes— e imponerse las técnicas más violentas que ejercen los narcos más jóvenes.
De ahí que el gobierno mexicano reforzara el viernes su despliegue militar en Sinaloa con el envío de 200 miembros de la unidad de Fuerzas Especiales del Ejército a su capital, Culiacán.
Hay “un potencial significativo de una escalada de la violencia en México”, dijo Vanda Felbab-Brown, investigadora de un centro de estudio de la Brookings Institution.
Eso “es malo para México, malo para Estados Unidos y existe la posibilidad de que el Cártel de Jalisco Nueva Generación —principal enemigo del de Sinaloa y considerado más sanguinario— incremente su ya gran poder”.
Por ello, la investigadora indicó que aunque el arresto puede considerarse un gran éxito táctico, puede no ser un éxito estratégico en la lucha contra el narcotráfico.
A falta de más detalles oficiales sobre la detención de Zambada, lo que se conoce hasta ahora, según explicó a AP un funcionario estadounidense, es que fue engañado para volar a Texas, donde fue arrestado con Joaquín Guzmán López, un hijo del capo Joaquín “El Chapo” Guzmán, el exlider del cártel que fue sentenciado a cadena perpetua en una prisión estadounidense en 2019.
La secretaria de Seguridad Pública, Rosa Icela Rodríguez, indicó que una avioneta despegó del aeropuerto de Hermosillo, en el fronterizo estado de Sonora, con un piloto estadounidense.
El servicio de seguimiento de vuelos FlightAware mostró que el avión dejó de transmitir su altitud y velocidad durante unos 30 minutos del jueves mientras se encontraba sobre las montañas del norte de México para después reanudar su rumbo hacia la frontera con Estados Unidos.
“Es un hecho que de aquí salió uno y allá llegaron tres”, afirmó Rosa Icela Rodríguez. Los detalles están todavía por conocerse.
El presidente Andrés Manuel López Obrador dijo que México no había participado en los arrestos, pero consideró un avance la detención de Zambada ya fuera “por un acuerdo o que lo detuvieron porque (las autoridades estadounidenses) contaron con información de que iba a viajar”.
Frank Pérez, uno de los abogados de “El Mayo”, aseguró que su cliente no se entregó.
José Reveles, autor mexicano de numerosos libros sobre los cárteles, indicó que todo apunta a que “tendieron una trampa” a “El Mayo”, porque Guzmán López “no es su amigo ni su colaborador, más bien es del grupo de ‘Los Chapitos’”, una facción del Cártel de Sinaloa diferente a la de Zambada y formada por los hijos de “El Chapo”.
Sin embargo, Reveles consideró factible que ambos pudieran ir juntos a visitar algún aeropuerto utilizado por los traficantes, porque los dos grupos “sí están juntos, en el tráfico de fentanilo”.
“Los Chapitos” son considerados unos de los principales exportadores de este opiáceo sintético, muy lucrativo y que tantas muertes causa en Estados Unidos, y también son más violentos y extravagantes que Zambada. Su jefe de seguridad fue detenido por las autoridades mexicanas en noviembre.
Joaquín Guzmán López es uno de los hermanos de menor perfil, pero, según Reveles, se le acusa de ser el enlace para introducir a México los precursores químicos procedentes de Asia, necesarios para fabricar fentanilo, así como para instalar laboratorios para fabricar esta droga.
Anne Milgram, directora de la Administración de Control de Drogas de Estados Unidos (DEA, por sus siglas en inglés), dijo que la detención de Zambada “golpea el corazón del cártel responsable de la mayoría de las drogas, incluidos el fentanilo y la metanfetamina, que matan a estadounidenses de costa a costa”.
Durante el actual gobierno, que acaba en septiembre, y pese a que ambos gobiernos se jactan de sus buenas relaciones, aunque Estados Unidos está en plena campaña electoral, México no ha logrado controlar la violencia, han crecido las tensiones en la lucha contra los cárteles —que López Obrador sustituyó por la supuesta atención a las raíces de la inseguridad— y se mantiene la desconfianza mutua.
“El poder de los narcos hoy no tiene precedentes en la historia de México”, aseguró Vanda Felbab-Brown.
Y eso pese a las detenciones. Una de ellas fue la de un hijo de “El Mayo”, Ismael Zambada Imperial, quien, tras un acuerdo, se declaró culpable de importar y distribuir toneladas de droga ante un tribunal federal estadounidense en 2021.
Otro hijo de “El Chapo”, Ovidio Guzmán López, fue capturado y extraditado a Estados Unidos el año pasado.
La embajada estadounidense informó que su estatus judicial había cambiado recientemente, pero que seguía bajo custodia de las autoridades.
“No está liberado, hay un cambio de medida cautelar”, señaló la secretaria Rosa Icela Rodríguez, quien agregó que eso podría indicar que está actuando como testigo colaborador.
La posibilidad de que “El Mayo” pueda hacer lo mismo para conseguir ventajas penitenciarias es una realidad y, en ese caso, es impredecible la cantidad de información que pueda ofrecer.
Zambada es el mayor corruptor, explicó Felbab-Brown, el traficante más influyente que “ha desarrollado extensas redes de corrupción durante muchos gobiernos, a lo largo de una amplia geografía y de lo más alto del gobierno mexicano a las instituciones municipales”.
“Lo más importante será observar cuánta información de inteligencia o cuánta evidencia proporcionará ‘El Mayo’ a cambio de beneficios”, indicó.