Enrique “Kiki” Camarena, agente de la DEA nacido en México y naturalizado estadounidense, fue secuestrado el 7 de febrero de 1985 por hombres del Cártel de Guadalajara dos semanas antes de que fuera transferido lejos de tierras tapatías.

Después de dos días de intensas golpizas e interrogatorios, Camarena fue asesinado con un tubo de metal. La necropsia arrojó que tenía múltiples fracturas en los pómulos y el cráneo. La causa certificada de su muerte fue un traumatismo craneoencefálico por un golpe directo a la cabeza.

Las autoridades estadunidenses tienen una serie de grabaciones que fueron tomadas durante el interrogatorio a Camarena, las cuales planean utilizar como evidencia para encarcelar de por vida a Rafael Caro Quintero, “el narco de narcos” que fue detenido el pasado viernes 15 de julio.

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Las grabaciones, que fueron transcritas y anexadas en un expediente de la fiscalía de Estados Unidos, consultado por Milenio, fueron grabadas por los mismos hombres que estuvieron presentes en la casa ubicada en Lope de Vega 881, en la colonia Jardines del Bosque, Guadalajara, donde Camarena pasó sus últimas horas.

Al Cártel de Guadalajara le preocupaba que la DEA tuviera en su poder información sensible que pudiera comprometer sus operaciones. La persona que interrogó a Camarena le preguntó todo lo que sabía de Caro Quintero, sobre los informantes que le pasaron información y sobre qué tanto sabía de las operaciones del cártel.

En esa casa presuntamente se encontraban Rafael Caro Quintero, Miguel Ángel Félix Gallardo, Ernesto Fonseca, el comandante Sergio Espino Verdín, el agente de la CIA Félix Ismael Rodríguez, Manuel Bartlett, entre otros.

Extracto de la entrevista

—Enrique Camarena: “Aunque no quisiera, comienzo a recordar cosas tras la golpiza que me han dado y mientras recuerdo iré diciendo todo lo que sé… Bueno, no lastimes a mi familia, por favor”

—Interrogador: “Nadie va a lastimar a tu familia. Olvídate de eso. No son culpables de nada. Tú solamente sigue recordando, eh. No te golpearé ni nada ¿ok?”

—Por favor, ya no me golpees

—No, nadie te va a golpear

Segundo fragmento:

—Estás nervioso, pero olvida eso. Me estoy portando bien contigo ¿sí?

—Estoy muy agradecido contigo. En Mexicali dicen que tienen una persona ¿correcto? que le ayuda a pasar la marihuana.

—¿Quién es?

—Intento recordar, pero no…

—Sí, sí, sí. Recuerda. Te doy tu tiempo.

—René Verdugo… creo… intento

—Intenta, tú intenta

—Si yo estuviera, algo sobre Rafael, se lo diría, no vale la pena mentirle, porque lo revisarían o algo y sería mentira, y me darían otra paliza ¿cierto? Quiero que comprendan que no quiero mentirles. No quiero inventar algo que no sea cierto.

—Dime nombres de quiénes andan con Caro

—No conozco a ninguno, comandante

—Y voy a detenerme…

— (Exclamación de dolor) Si supiera se lo diría señor, le digo que tengo miedo, se lo estoy diciendo

Tercer fragmento:

—No me cuentes tus problemas. Dime la información que me puedes dar para terminar con esta bola de imbéciles

—Sí señor ¿Qué más le puedo decir?

—¿Desde cuándo sabías de este licenciado Javier Barba?

—Quién me lo mencionó fue el licenciado García

—Mira. Pórtate bien y te dejaremos ir a casa

—¡Sí, pero, hombre, por favor! Con la golpiza que me han dado ¿creen que les mentiría?

Cuarto fragmento

—Últimamente no hemos tenido información. No me vas a creer, pero, te digo que no hay, nos han regañado en Washington porque, de acuerdo con ellos, no estamos trabajando aquí. Y como decía ¿Quién va a hacer el trabajo? Si tienen a uno desarmado

—¿No tiene permiso?

—Sí tiene permiso de tener armas.

—¿Y no ha llevado a cabo alguna investigación en este momento?

—No, como decía, estaba pidiendo una transferencia porque las cosas se estaban poniendo difíciles aquí

—¿Entonces no estás haciendo nada ahorita?

—No, bueno, como decía, me estaba preparando para irme, el 25 de febrero iban a venir para empacar mis cosas, a mi casa

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Quinto fragmento

—Por ejemplo ¿De este Juan Esparragoza?

—No sé nada de él

—¿Qué sabes de él?

—Que solo tenía una casa cerca del consulado. A unas 3 calles, pero no lo encontraron, ni la calle ni la dirección

—¿Y sobre Manuel Salcido?

—No sé, lo único que sé del hombre es que su hermano Sergio tiene una discoteca a la salida, por Vallarta…

—¿Qué discoteca?

—No recuerdo el nombre. Está en el lado izquierdo

—¿Por Vallarta?

—Sí, la avenida Vallarta

—¿De quién es?

—De Sergio, el hermano de Manuel… Podría pedirte que vendes mis costillas ¿por favor?

—¿Te he tratado bien, no? Ahora veamos, me vas a hablar bien.

—Creo que es todo, señor

—¿Todo?

—Sí, creo

—Mmmmmm

—¿De cuáles me has hablado?

—Mira, te dije de la de Cuauhtémoc, sabes de cuál hablo… perdón

—No te voy a golpear

—No, es que me están dando dolores punzantes

Sexto fragmento

—Entonces, si tenían ubicados a los otros ¿por qué no los reportaron?

—¿Quiénes?

—Ernesto Fonseca y Rafael Caro

—Que no los haya…. no los reporteé señor, por la misma razón. No quiero problemas, solo quería irme de aquí.

—Dame una buena ubicación de Rafael

—¡No la tengo, por favor! ¿Qué puedo decir?

—¿De Ernesto?

—Bueno, Ernesto, esas casas, pero dónde está, no, no, no, lo que quiero decir es que no salimos a la calle a buscarlos porque es muy peligroso

—¿Y no tienes información más o menos de dónde están?

—No, señor, tengo información de las casas, pero dónde están, no

—¿Cómo es posible que se hayan perdido?

—No entiendo señor

—¿Cuántas personas dices que hay con ellos?

—Aquí somos cuatro y uno

—No, con ellos

—¿Con Ernesto?

—Sí

—Bueno, Chuy Álvarez, dicen que tiene varios hombres armados ¿cierto?

—¿Cuántos?

—Como 20 o 30

—¿Y Rafael?

—Rafael tiene 50, 70, más o menos

—¿Y crees que eso no sería evidente?

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