Andrés Manuel López Obrador llegó al poder con la promesa de hacer que la economía de México sea menos dependiente de su gigante vecino del norte. Pero sus políticas antipandémicas están teniendo el efecto contrario.
El Presidente ha ejecutado uno de los presupuestos más austeros del mundo durante la crisis del Covid-19, y se negó a pedir prestado dinero adicional cuando la economía se desplomaba. En cambio, el estímulo que evitó una recesión aún más profunda, y que se prevé impulsará un repunte este año, proviene de Estados Unidos.
México se ha beneficiado de dos maneras clave del gasto de Estados Unidos para hacer frente a los efectos de la pandemia, que se espera supere los 5 billones de dólares con el nuevo proyecto de ley de la Administración Biden.
Las remesas aumentaron a un récord, gracias al dinero que enviaron a casa los expatriados mexicanos que recibieron cheques de estímulo.
Las exportaciones también alcanzaron un máximo histórico, porque los artículos que los estadounidenses querían comprar en la era de los confinamientos y el trabajo desde casa -como televisores o equipos informáticos nuevos- calzaban bien con la industria manufacturera mexicana.
El resultado es que el estímulo estadounidense agregó alrededor de 3.5 puntos porcentuales al Producto Interno Bruto de México en 2020, siete veces más que las medidas fiscales adoptadas por el propio Gobierno del País, según cálculos de JPMorgan Chase & Co. Las cifras de este año pueden ser igualmente desiguales.
Recuperación de dos velocidades
Que México esté teniendo “cualquier tipo de recuperación es precisamente debido al paquete de estímulo de Estados Unidos”, dijo Gabriel Lozano, economista jefe de JPMorgan para México. “En cierta medida compensó lo que no entregó el Gobierno”.
Lo que López Obrador prometió entregar, antes y después de su elección en 2018, fue una economía con un motor interno más fuerte que haría al País menos dependiente de las exportaciones a Estados Unidos, y uno en el que las zonas agrícolas pobre del sur obtendrían una parte justa de los beneficios del crecimiento.
“Vivimos en un mundo globalizado e interconectado, pero tenemos que cuidar el nuestro”, dijo el Presidente en 2019.
Lo que lidera López Obrador en este momento es una recuperación de dos velocidades apoyada por la demanda estadounidense, y sesgada hacia el norte más rico de México, donde se encuentran la mayoría de las fábricas.
Después de la caída de 8.2 por ciento del PIB el año pasado, la peor en más de un siglo, la economía nacional se ha recuperado lentamente y el turismo sigue afectado por las restricciones de viajes. Pero las exportaciones crecieron 5.5 por ciento en el cuarto trimestre respecto al año anterior.
En enero, el empleo formal en los estados industrializados de la frontera norte había recuperado con creces las pérdidas derivadas de la pandemia, con un aumento de 1.9 por ciento respecto al año anterior. En el resto del País, el empleo cayó 3.9 por ciento, con las mujeres que fueron las más afectadas.
Mientras tanto, las remesas llegaron a 41 mil millones de dólares el año pasado, aproximadamente 4 por ciento del PIB, y casi la totalidad provino de Estados Unidos. López Obrador elogió a los mexicanos que viven en el vecino del norte, calificándolos de “héroes” por su apoyo financiero.
La creciente dependencia económica de Estados Unidos corre el riesgo de afianzarse, según Jessica Roldán, directora de Análisis Económico de la corredora local Finamex.
“Segiumos dependiendo de lo que le pasa al sector externo para crecer”, sostuvo. “Es una bicicleta y nada más. No tiene suficiente potencia para avanzar”.
Con las medidas estándar, México tiene espacio para proporcionar más apoyo presupuestario a su propia economía. Su deuda nacional es moderada según los estándares de mercados emergentes, en 52 por ciento del PIB, y con una calificación crediticia de grado de inversión puede vender bonos en dólares a 10 años a alrededor de 3 por ciento.
López Obrador ha destinado algo de efectivo adicional para inversiones, especialmente en la petrolera estatal y programas sociales. Pero, en general, ha esbozado una filosofía completamente en desacuerdo con las políticas de pedir prestado y gastar que se han vuelto ortodoxas para gran parte del mundo durante la pandemia.
El Presidente, conocido por su estilo de vida frugal, dice que su austeridad se centra en reducir el gasto derrochador de otros funcionarios públicos.
Invoca rescates pasados, cuando dice que los políticos aumentaron la deuda pública para ayudar a amigos privados, como ejemplos del tipo de corrupción que su Gobierno combatirá.
El enfoque agresivo ha funcionado en sus propios términos, lo que ha convertido a México en uno de los pocos países en registrar un superávit presupuestario antes de los pagos de intereses en 2020. Muchos economistas dicen que esto se ha producido a costa de una caída más profunda y una recuperación más lenta de lo necesario.
No hay muchas señales de que el bajo desempeño económico de México haya perjudicado la posición de López Obrador ante la ciudadanía. Su índice de aprobación se mantiene por encima de 60 por ciento.
Gran parte de su apoyo se concentra entre los trabajadores de la economía informal, quienes han visto expandirse los programas sociales antes en la Presidencia de López Obrador y tienen pocas expectativas de otra ayuda del Gobierno.
El subgobernador del Banco de México, Gerardo Esquivel, designado por López Obrador, dice que habrá una recompensa a largo plazo por la restricción presupuestaria del Gobierno.
México “va a salir de la pandemia mucho más fuerte que otras economías emergentes”, dijo en una entrevista.
Esquivel reconoce que México está recibiendo mucha ayuda de su vecino del norte. La demanda externa es “un elemento que ha ayudado mucho a que la caída no fuera tan drástica en 2020”, señaló. Y ese debería seguir siendo el caso en 2021, en parte gracias al “programa de estímulo muy importante” en Estados Unidos.
El plan de 1.9 billones de dólares llega en un momento conveniente para México, donde los analistas esperan que la economía se contraiga nuevamente en el primer trimestre.
Pero el Gobierno sería tonto si apostara a un continuo rescate del crecimiento de Estados Unidos, porque las condiciones que llevaron a la creciente demanda de bienes manufacturados en México no durarán, según Alonso Cervera, economista jefe para América Latina de Credit Suisse AG.
A medida que se implementan las vacunas y se reabre la economía, la industria turística de México puede recibir un impulso, pero en general “la gente en Estados Unidos exigirá servicios (restaurantes, museos, conciertos, eventos deportivos, viajes) y, en ese caso, México no participará significativamente”, dijo. “Tenemos que estar conscientes de eso”.