México es uno de los países del mundo más peligrosos para el ejercicio del periodismo y hoy se ‘celebra’ el Día de la Libertad de Expresión, una iniciativa que decretó, en 1951, el presidente Miguel Alemán Valdés con el fin de resaltar la labor de los periodistas.

Del año 2000 al 2022, se han documentado 156 asesinatos de periodistas en México, de ellos 144 son hombres y 12 son mujeres. Al respecto, la oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos ha señalado que se trata de un récord doloroso para el país que lo coloca entre los más peligrosos del mundo para ejercer el oficio.

En el presente siglo, el derecho humano para expresarse o la importancia de una prensa libre e independiente ha quedado inhibida, al menos así lo muestran las cifras en México. El puente para que la sociedad exija sus derechos se rompe porque callan o compran a los periodistas. Ahí es cuando se despedaza el derecho a la información, a saber, al conocimiento.

En la Constitución mexicana ese derecho fundamental está contemplado en los artículos 6° y 7°. Con base al artículo 19 de la Declaración Universal de Derechos Humanos “todo individuo tiene derecho a la libertad de opinión y de expresión; este derecho incluye el de no ser molestado a causa de sus opiniones, el de investigar y recibir informaciones y opiniones, y el de difundirlas, sin limitación de fronteras, por cualquier medio de expresión.”

Actualmente, una de las principales amenazas para los periodistas es el crimen organizado, así como los ataques, a los medios impresos y digitales, provenientes desde el poder. Las desacreditaciones, el hostigamiento y l desprecio han sido constantes en la última década en la república mexicana.

Eso es reflejo de las crecientes fisuras del Estado de derecho en todo el mundo, pero el foco rojo sigue puesto en el peligro de ejercer la profesión con los asesinatos e intentos de homicidios contra los periodistas en México, el cual encabeza la lista de los países que registraron un mayor número de homicidios con 19 asesinatos, seguidos por Ucrania con diez y nueve en Haití.

Por desgracia, el índice de impunidad de los asesinatos de periodistas sigue siendo extremadamente alto, un 86%, informó la ONU.

Además de asesinatos, otras formas de violencia contra los periodistas han sido las desapariciones forzadas, los secuestros y las detenciones arbitrarias, el acoso y la violencia en las redes, en particular contra las mujeres periodistas.

Son muchos los retos a los que se enfrentan día con día los periodistas. Por ejemplo, el nivel de veracidad en los medios de América Latina se encuentra con niveles bajos de confianza, gracias a la desinformación, el acoso en línea y los discursos de odio. Pero también hay que reconocer que la credibilidad de los periodistas, su bien más preciado, se ha perdido porque se han vendido por un puñado de lentejas.

Para que una democracia funcione es vital que haya una prensa libre, se repite en cualquier rincón del mundo. Por ello, para acceder a información veraz y oportuna es necesario que los lectores inhiban la difusión de noticias falsas y desechen las notas tendenciosas o los trascendidos -herramienta que usan muchos ‘periodistas’ para cobrar notoriedad entre seguidores- que, por lo regular, son datos imprecisos o son ordenados -desde las esferas del poder- para desestabilizar a amigos, adversarios y lo peor, a la sociedad, a los lectores.

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