Eugenio Torres/Agencia Reforma

No escondas ni te avergüences de tus cicatrices emocionales, muéstralas como un trofeo, dice Walter Riso, doctor en psicología y autor de Más fuerte que la adversidad (Planeta).

Cada vez que te “reparas”, es decir cuando superas un dolor o cierras un problema que estaba abierto, tu existencia adquiere una estética más elevada, advierte el terapeuta, quien en su más reciente libro aborda los efectos de la pandemia en las personas y traza un camino para enfrentar y superar los desafíos que provoca la contingencia sanitaria causada por el Covid-19.

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“Nos tuvimos que detener y empezamos a descubrir cosas que no sabíamos. Una paciente me dice: no aguanto a mis hijos, no sé que voy a hacer, voy a enloquecer. Un hombre me llama y me dice: no pensé que mi mujer fuera tan fea. Otra señora se queja: mi marido tiene retardo mental y yo no lo sabía, ¡le tengo que explicar hasta los chistes!

“Teníamos familias de fin de semana. Y ahora la pareja y los hijos tienen que hacer teletrabajo, telecolegio, en un espacio reducido, los niños corriendo alrededor de la mesa… Entonces, antes de esta pandemia no nos conocíamos”.

Uno de los mensajes que Riso, autor de 25 libros técnicos y de divulgación, quiere transmitir en esta obra es que no veamos como fracaso lo que son sólo errores.

“El error es que me equivoco y tengo derecho a equivocarme. La gente que dice: ‘fracasé en dos matrimonios’. ¡No, te equivocaste en dos matrimonios! Si la gente empieza a percibir fracasos, baja las armas, se doblega y no persiste.

“Lo que uno no debe hacer es no intentarlo. Si no lo intentas, luego no te vas a poder mirar al espejo. El verdadero logro es que si te tumban 100 veces, te levantes 101 veces. El hecho es que hay que intentarlo y de toda esta experiencia tienes que ser capaz de sacar callo”.

Una personalidad resistente, explica, es aquella que tiene tres cosas: se compromete con las cosas y las personas, tiene la convicción de que se puede influenciar el curso de los acontecimientos y entiende que las adversidades son una oportunidad para probarse a uno mismo y crecer como persona.

“Quienes se comprometen más con las cosas, quienes se involucran con su palabra, sienten que tienen cierto control sobre su vida, así como la gente que a las situaciones de estrés tiende a verlas como un reto para poder ser mejor”.

Riso, quien desde hace 30 años trabaja como psicólogo clínico y formador de terapeutas, práctica que alterna con el ejercicio de la cátedra universitaria en Latinoamérica y España, también destaca la responsabilidad personal y la solidaridad.

“Porque también hay casos como aquí (en España) de fiestas en un barquito con 300 personas. Pero todo pasa por lo individual: es el individuo el que debe tomar su responsabilidad”.

“Están los que ven la vida como un lago transparente con nieves eternas y creen que todo el mundo es así y, si cae una piedrita en el lago, para estas personas es como si fuera un tsunami, ‘Dios mio que es esto’, dicen, se estresan de cualquier cosa, no saben que existe Siria, el narcotráfico, el terrorismo, para ellos todo es ‘peace and love’.

“Hay otros que ven la vida como un río que baja de manera turbulenta desde la cima de una montaña. Nos tira y tienes que aprender a sobrevivir. Lo que aprendes es a ver las cosas como son y aprendes autoeficacia, es decir a hacerte cargo de ti: el autogobierno, la autodeterminación.

“Lo que le digo a la gente es: cuando te haces cargo de ti, puedes ser capaz de autocalificar y, frente a todo esto, vas a salir fortalecido”.

Sin embargo, advierte Riso, la mayoría de los pacientes no llegan con él a buscar la sanación, sino un alivio.

“El alivio es tomarse una aspirina por decirlo así, la cura implica esfuerzo, la cura duele, la cura es la transformación interior que requiere un esfuerzo”.

Otro punto esencial, dice, es la dignidad personal, entender que hay principios que no se negocian.

¿La pandemia y el confinamiento nos han hecho mejores personas?

No sé. No creo. A unas personas sí, a otras no. El confinamiento yo creo que no le hace bien a nadie. O sólo a muy pocas personas. A la mayoría de las personas, después de unos 15 días comienza a dispararles la ira. Se vuelven más irritables, empiezan a tener tristeza, la incertidumbre comienza a generarles episodios de ansiedad. El confinamiento significa coartar tu libertad. Nosotros como mamíferos necesitamos movimiento, aire, libertad. Lo que sí es que el confinamiento puede hacer que desarrollemos más autoconocimiento.

La pandemia nos acercó de narices al realismo. No sé si la pandemia nos va a hacer mejores o peores, lo que sí sé es que no vamos a ser los mismos.

Si toda esta experiencia la canalizamos de una manera constructiva, podemos llegar a ser menos necios, menos malos, menos infelices. Podemos tener una actitud más realista ante la vida. Quizá aprendamos a evitar menos y a enfrentar más las cosas.

¿Depende de ti o no?

Los trastornos de ansiedad, la depresión y los conflictos de pareja son los problemas que Walter Riso atiende más en consulta.

La ansiedad, explica, se refleja en estrés, trastornos de sueño, miedos y preocupaciones por el futuro.

Cuando dejamos de ser familias de fin de semana, agrega, tenemos que atravesar muchas cosas juntos: ver el miedo del otro, entender el propio miedo, comprender las expectativas.

“Todo se pone a prueba. Estamos en examen. No sé quién nos lo puso. No creo que sea algo trascendente. Quizá el examen nos lo puso la misma naturaleza”, señala.

Riso no es optimista sobre lo que dejará al final esta pandemia.

“Lo que va a quedar es un reguero de problemas psicológicos”, alerta.

Aunque también confía en que todos podemos tener un aprendizaje final de esta crisis global: discernir lo que depende y lo que no depende de uno.

“No sólo son los eventos, sino cómo los interpretas. Si algo depende de ti y es vital, lo que sea, debes luchar por eso hasta el final. Si no depende de ti y escapa de tu control, hay que dejarlo ir, hay que hacer el duelo a esas cosas”, concluye.

¿Quiénes enfrentan mejor las adversidades?

Los que se comprometen con las cosas, las personas y los eventos.

Los que tienen la convicción de que se puede influenciar el curso de los acontecimientos.

Los que ven la adversidad como un desafío y una oportunidad para probarse y crecer como persona.

La gente humilde y pacífica lo enfrenta mejor que las personas con un gran ego.

Los que tienen una pasión salen mejor librados.

Las personas espirituales. No necesariamente religiosas, sino que sienten una pertenencia al cosmos.

Los que recibieron de niños cuidados y amor incondicionales.

No escondas ni te avergüences de tus cicatrices emocionales, muéstralas como un trofeo, dice Walter Riso, doctor en psicología y autor de Más fuerte que la adversidad (Planeta).

Cada vez que te “reparas”, es decir cuando superas un dolor o cierras un problema que estaba abierto, tu existencia adquiere una estética más elevada, advierte el terapeuta, quien en su más reciente libro aborda los efectos de la pandemia en las personas y traza un camino para enfrentar y superar los desafíos que provoca la contingencia sanitaria causada por el Covid-19.

“Nos tuvimos que detener y empezamos a descubrir cosas que no sabíamos. Una paciente me dice: no aguanto a mis hijos, no sé que voy a hacer, voy a enloquecer. Un hombre me llama y me dice: no pensé que mi mujer fuera tan fea. Otra señora se queja: mi marido tiene retardo mental y yo no lo sabía, ¡le tengo que explicar hasta los chistes!

“Teníamos familias de fin de semana. Y ahora la pareja y los hijos tienen que hacer teletrabajo, telecolegio, en un espacio reducido, los niños corriendo alrededor de la mesa… Entonces, antes de esta pandemia no nos conocíamos”.

Uno de los mensajes que Riso, autor de 25 libros técnicos y de divulgación, quiere transmitir en esta obra es que no veamos como fracaso lo que son sólo errores.

“El error es que me equivoco y tengo derecho a equivocarme. La gente que dice: ‘fracasé en dos matrimonios’. ¡No, te equivocaste en dos matrimonios! Si la gente empieza a percibir fracasos, baja las armas, se doblega y no persiste.

“Lo que uno no debe hacer es no intentarlo. Si no lo intentas, luego no te vas a poder mirar al espejo. El verdadero logro es que si te tumban 100 veces, te levantes 101 veces. El hecho es que hay que intentarlo y de toda esta experiencia tienes que ser capaz de sacar callo”.

Una personalidad resistente, explica, es aquella que tiene tres cosas: se compromete con las cosas y las personas, tiene la convicción de que se puede influenciar el curso de los acontecimientos y entiende que las adversidades son una oportunidad para probarse a uno mismo y crecer como persona.

“Quienes se comprometen más con las cosas, quienes se involucran con su palabra, sienten que tienen cierto control sobre su vida, así como la gente que a las situaciones de estrés tiende a verlas como un reto para poder ser mejor”.

Riso, quien desde hace 30 años trabaja como psicólogo clínico y formador de terapeutas, práctica que alterna con el ejercicio de la cátedra universitaria en Latinoamérica y España, también destaca la responsabilidad personal y la solidaridad.

“Porque también hay casos como aquí (en España) de fiestas en un barquito con 300 personas. Pero todo pasa por lo individual: es el individuo el que debe tomar su responsabilidad”.

“Están los que ven la vida como un lago transparente con nieves eternas y creen que todo el mundo es así y, si cae una piedrita en el lago, para estas personas es como si fuera un tsunami, ‘Dios mio que es esto’, dicen, se estresan de cualquier cosa, no saben que existe Siria, el narcotráfico, el terrorismo, para ellos todo es ‘peace and love’.

“Hay otros que ven la vida como un río que baja de manera turbulenta desde la cima de una montaña. Nos tira y tienes que aprender a sobrevivir. Lo que aprendes es a ver las cosas como son y aprendes autoeficacia, es decir a hacerte cargo de ti: el autogobierno, la autodeterminación.

“Lo que le digo a la gente es: cuando te haces cargo de ti, puedes ser capaz de autocalificar y, frente a todo esto, vas a salir fortalecido”.

Sin embargo, advierte Riso, la mayoría de los pacientes no llegan con él a buscar la sanación, sino un alivio.

“El alivio es tomarse una aspirina por decirlo así, la cura implica esfuerzo, la cura duele, la cura es la transformación interior que requiere un esfuerzo”.

Otro punto esencial, dice, es la dignidad personal, entender que hay principios que no se negocian.

¿La pandemia y el confinamiento nos han hecho mejores personas?

No sé. No creo. A unas personas sí, a otras no. El confinamiento yo creo que no le hace bien a nadie. O sólo a muy pocas personas. A la mayoría de las personas, después de unos 15 días comienza a dispararles la ira. Se vuelven más irritables, empiezan a tener tristeza, la incertidumbre comienza a generarles episodios de ansiedad. El confinamiento significa coartar tu libertad. Nosotros como mamíferos necesitamos movimiento, aire, libertad. Lo que sí es que el confinamiento puede hacer que desarrollemos más autoconocimiento.

La pandemia nos acercó de narices al realismo. No sé si la pandemia nos va a hacer mejores o peores, lo que sí sé es que no vamos a ser los mismos.

Si toda esta experiencia la canalizamos de una manera constructiva, podemos llegar a ser menos necios, menos malos, menos infelices. Podemos tener una actitud más realista ante la vida. Quizá aprendamos a evitar menos y a enfrentar más las cosas.

¿Depende de ti o no?

Los trastornos de ansiedad, la depresión y los conflictos de pareja son los problemas que Walter Riso atiende más en consulta.

La ansiedad, explica, se refleja en estrés, trastornos de sueño, miedos y preocupaciones por el futuro.

Cuando dejamos de ser familias de fin de semana, agrega, tenemos que atravesar muchas cosas juntos: ver el miedo del otro, entender el propio miedo, comprender las expectativas.

“Todo se pone a prueba. Estamos en examen. No sé quién nos lo puso. No creo que sea algo trascendente. Quizá el examen nos lo puso la misma naturaleza”, señala.

Riso no es optimista sobre lo que dejará al final esta pandemia.

“Lo que va a quedar es un reguero de problemas psicológicos”, alerta.

Aunque también confía en que todos podemos tener un aprendizaje final de esta crisis global: discernir lo que depende y lo que no depende de uno.

“No sólo son los eventos, sino cómo los interpretas. Si algo depende de ti y es vital, lo que sea, debes luchar por eso hasta el final. Si no depende de ti y escapa de tu control, hay que dejarlo ir, hay que hacer el duelo a esas cosas”, concluye.

¿Quiénes enfrentan mejor las adversidades?

Los que se comprometen con las cosas, las personas y los eventos.

Los que tienen la convicción de que se puede influenciar el curso de los acontecimientos.

Los que ven la adversidad como un desafío y una oportunidad para probarse y crecer como persona.

La gente humilde y pacífica lo enfrenta mejor que las personas con un gran ego.

Los que tienen una pasión salen mejor librados.

Las personas espirituales. No necesariamente religiosas, sino que sienten una pertenencia al cosmos.

Los que recibieron de niños cuidados y amor incondicionales.

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