Durante la pandemia por Covid-19 los médicos no son los únicos héroes en la atención de las personas y las familias. Las y los psicólogos en todo el país han atendido de manera intensiva y emergente a las personas y sus familias. A ellos les dedicamos el presente trabajo. 

Este 29 de mayo se realizó el Congreso Emociones y Confinamiento, con expertas psicólogas, psiquiatras, tanatólogas y educadoras, auspiciado por la Asociación Mexicana de Psicología y Desarrollo para conmemorar 8 años de su creación, con ponencias especializadas sobre Ansiedad, Duelo y Depresión. Dimos cuenta de las acciones en favor de las personas desde la ciencia psicológica, con el registro en el Congreso de más de 800 personas de todo el país y el extranjero.

En México se venían presentando desde antes de la pandemia situaciones relacionadas con la depresión, la ansiedad y el duelo, generados por la violencia social y de género ligada a la cultura de los abusos sistemáticos, que afectaban y siguen afectando a las mujeres, a los adolescentes y a los niños, ya que les generan problemas cognitivos, de comportamiento y emocionales. 

Ante el confinamiento debido a Covid-19, el duelo y la ansiedad se convirtieron en un reto a superar. Una prioridad sin duda es buscar alternativas para el día a día, cuyo eje toral deberá ser el fomento de la educación emocional. 

Para el escritor Jorge Luis Borges (1920), las emociones son una “fuerza utilizable y sujeta, como el agua. Son un “Artificio para hacernos vibrar mágicamente. Ninguna piedra rompe la noche. Ninguna mano aviva las cenizas del incendio de todos los estandartes.” Las emociones como la ira, la alegría, el enojo o el miedo son expresiones humanas que requieren atención.

Como para Borges, las emociones son una brújula que genera vida, que se forjan en la vida humana y allí radica su complejidad: crean situaciones y son concebidas en contexto.

Es importante también reconocer los miedos: el duelo y los sentimientos debemos expresarlos, trabajarlos como energías humanas positivas y no reprimirlos sino darles un lugar ante el confinamiento.

El duelo no es solo por la pérdida de un familiar, nos acompaña todo el tiempo en el trabajo, con las cosas y con las acciones, podría definirse como una respuesta natural ante un hecho dado; asumir que es proceso de adaptación ante la pérdida nos ayudaría en todo tiempo. Nuestra recomendación es que hay que vivir la emoción, vivir el duelo a plenitud; es trascendental no prolongarlo ante el confinamiento por salud emocional, sobre todo es necesario trabajarlo con las y los niños, que tienen una percepción distinta, sienten y viven las perdidas aunque las queramos esconder, por lo que hay que involucrarles en el proceso del duelo.

Congreso Internacional sobre los procesos de escucha y acompañamiento psicosocial en estos momentos de cuarentena e incertidumbre, promovido por la Asociación Mexicana de Psicología y Desarrollo Comunitario.

Para afrontar el duelo existen diversas tareas tales como relatarlo, testimoniarlo, el “soltar” da espacio y libertad; aprender a vivir sin el fallecido, asumir y buscar adaptación al mundo real en las circunstancias reales, con los rituales que proponemos en la cultura.

Ante el confinamiento, las personas nos volvemos más sensibles, por lo que se sugiere usar palabras positivas, que ayuden a aflorar sentimientos, ya que el encierro trae consigo momentos de represión, y la contención ante la incertidumbre es importante, sobre todo es importante no reprimir las emociones de manera positiva, siendo sensibles con el otro y buscar siempre el respeto de la dignidad de las personas.

La contingencia vino a recordar que nuestros lazos sociales son frágiles y que emociones como la depresión nos exige rehacernos con paciencia, con amor para “tocar” el alma; debe hablarse de forma abierta y responsable en espacios de convivencia, dando atención sensible y confortable, con habilidades socioemocionales que promuevan el respeto de los derechos humanos.

Al momento de tratar la depresión durante esta pandemia hay factores importantes a considerar, como lo vulnerable de las personas en su contexto, las diferencias sociales y económicas marcadas por el capitalismo, el género, las situaciones familiares como la violencia, la discapacidad, las formas de resolver el conflicto con los demás, las condiciones laborales, las herramientas emocionales y de socialización que poseen las personas.

Para salir de los estados depresivos es imprescindible ponerse en contacto consigo mismo y con ayuda profesional, lograr nombrar lo que vivimos, identificar qué nos provoca ese estado y adecuar de la mejor manera lo que se está viviendo: es necesario reinventarse.

Podría decirse que la diferencia entre el cuadro melancólico y los otros estados depresivos es que en la melancolía el yo sufre una mutación, miedo a quedar pobre y vacío, porque el objeto reconstruido dentro de él recibe de la instancia crítica todo tipo de ataques.

Desde el psicoanálisis, el duelo es inevitable, está durante toda la vida. En nuestra circunstancia, el momento de pandemia nos genera la imposibilidad de una serie de rituales ante la muerte, la falta de la persona que amamos genera un duelo que es necesario simbolizar con el ritual que la muerte nos exige.

El paso de la tristeza a la melancolía puede explicarse por el discurso capitalista, su rechazo por el inconsciente, porque reconoce sólo el valor del éxito económico y rompe lazos sociales y emotivos. El consumo capitalista se dirige a hipertrofiar la producción humana, generando rupturas del lazo social. 

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