‘La grandeza de México’ es el nombre de la exposición de piezas arqueológicas con la que se conmemoran los 500 años de la caída de Tenochtitlán y los 200 años de la consumación de la Independencia del país.

La muestra, que consta de más de 1,500 bienes arqueológicos, se mantendrá abierta al público durante cinco meses en las instalaciones del Museo Nacional de Antropología y de un edificio de la Secretaría de Educación Pública. Muchas de las piezas que integran esa colección expositiva forman parte de las 5,000 que han sido repatriadas en los últimos tres años, o que fueron cedidas en calidad de “préstamo temporal” por países como EE.UU., Francia, Italia y Suecia.

En la ceremonia de instalación de la exposición, el presidente mexicano, Andrés Manuel López Obrador, agradeció a las naciones que han cedido piezas para la muestra y recalcó el deseo de su administración de sostener relaciones basadas “en el respeto mutuo”. En ese sentido, expresó: “México es sinónimo de amistad y, somos partidarios, estamos afiliados al partido de la fraternidad universal”.

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El mandatario, que defendió la necesidad de mantener viva la memoria histórica de su país, también abogó por rebajar las tensiones, en vez de “enfatizar las profundas diferencias”. “Aunque no olvidamos, sostenemos que es el tiempo del perdón”, sostuvo.

El discurso de López Obrador ocurrió horas después de que se conociera la carta en la que el papa Francisco pidió perdón por las atrocidades cometidas por la Iglesia católica en México durante la Conquista y exhortó a “sanar las heridas” del pasado, para “cultivar un diálogo abierto y respetuoso entre las diferencias”.

Una pugna que sigue viva

La muestra que ha organizado México es más que un acontecimiento de carácter museográfico. Al menos en el último año, el país latinoamericano ha reabierto el debate político sobre el patrimonio cultural de los pueblos de América Latina, que ha sido expoliado, traficado o saqueado especialmente por EE.UU. y Europa.

De hecho, México entregó una condecoración al general de Brigada, Roberto Riccardi, comandante de los carabineros para la Protección del Patrimonio Cultural de Italia, por la recuperación de 17 piezas arqueológicas que se pretendían subastar en el país europeo hace unas semanas.

Este mismo mes, las gestiones de 11 países de América Latina en Alemania no lograron impedir que se realizara la subasta de unas 324 piezas arqueológicas provenientes de Panamá y México, a pesar de que los gobiernos de esas naciones solicitaban la revisión exhaustiva de los certificados de adquisición y exportación lícita.

La polémica sigue tan vigente que, en Guatemala, organizaciones sociales e indígenas interpusieron una demanda contra la salida del ‘Trono I’ y el ‘Dintel III de Piedras Negras’, que el Gobierno acordó que se trasladaran a las instalaciones del Museo Metropolitano de Nueva York, para que sean restauradas. Asimismo, diputados en el Congreso protestaron por la movilización de unos 70 bienes arqueológicos a ese mismo museo, que se exponen en la muestra ‘Lives of the Gods: Divinity in Maya Art’, ya que consideran que el proceso no estuvo apegado a la ley que regula su exportación temporal.

En ese contexto, el Grupo Regional de América Latina y el Caribe (Grulac) anunció que presentará un posicionamiento en bloque sobre la necesidad de resguardar el patrimonio arqueológico latinoamericano en el mundo. No obstante, especialistas creen que hace falta más que una declaración o el establecimiento de leyes.

En entrevista a RT, Verónica Ortega, subdirectora técnica de Teotihuacán, reconoció que si bien son necesarios los marcos regulatorios para la salvaguarda de estos bienes, su efectiva protección “depende mucho de las capacidades financieras de los países para atender la vasta riqueza cultural” que posee la región.

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