En una extensa conferencia de prensa en su residencia de Florida, Mar-a-Lago, el presidente electo de Estados Unidos, Donald Trump, hizo ayer polémicas declaraciones sobre añadir a Canadá como el estado 51 de su país, obligar a Dinamarca a venderle Groenlandia sin descartar la vía de las armas, tomar el Canal de Panamá y renombrar el Golfo de México como Golfo de América (en alusión a EU). Todo esto recuerda a la visión imperial anexionista de los romanos y los ingleses, a la de los padres fundadores de EU, con Thomas Jefferson a la cabeza, así como a la que imperó a finales del siglo XIX y principios del XX “que decantó ya en dos guerras mundiales y se pensaba que era parte del pasado, de acuerdo con el Dr. Abelardo Rodríguez Sumano.

La retórica de Trump apunta a un intento de regreso neoimperial de Estados Unidos para volver a establecerse como la gran superpotencia y ampliar su capacidad de fuerza económica, política, militar, energética, comercial y manufacturera, e implementar así su estrategia Make America Great Again, explicó en entrevista con Prensa IBERO el académico del Departamento de Estudios Internacionales (DEI) de la Universidad Iberoamericana.

Apenas dos meses después de la ratificación de Trump como presidente electo el 6 de noviembre pasado, y sin haber tomado aún posesión, ya aparece ante el sistema internacional en términos de emergencia, como un terremoto, afirmó el internacionalista e historiador.

Trump va por un orden basado en la fuerza por encima de la cooperación internacional

Explicó que, actualmente, el sistema internacional se compone de organizaciones multilaterales como la Organización de las Naciones Unidas (ONU), la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), la Organización de los Estados Americanos (OEA), la Unión Europea (UE). Cuando fueron creadas, impulsadas por el mismo EU, se buscó “enterrar las pulsiones imperialistas de los estados, con el antecedente de que eso había decantado en las guerras mundiales y se creó el sistema de organizaciones que buscaban dirimir los conflictos y forzar la cooperación”. No obstante, lo que está diciendo el magnate es que eso no le interesa, sino que va por un orden basado en la visión de fuerza de Estados Unidos, para lidiar con Rusia y con China, en el contexto del regreso de los liderazgos y Estados fuertes por encima de la cooperación internacional.

La polémica visión de Trump es anexionista y es una mentalidad que se remonta sobre todo a los romanos y a los británicos, así como a la trayectoria del imperialismo anexionista de finales del siglo XIX y principios del XX. Además, tiene una raíz propiamente estadunidense en figuras como Thomas Jefferson, James Madison y James Monroe. Por ejemplo, tras la Declaración de Independencia en 1776 y como tercer presidente de EU en 1801, Jefferson le llamó a su iniciativa “El imperio de la libertad” y sobre esa base justificó la compra de Luisiana, contextualizó el experto. 

Así, Estados Unidos consiguió Alaska, más de la mitad de nuestro territorio en el siglo XIX, un protectorado sobre Cuba después de la guerra con España en 1898 y hasta 1902 y el mismo Canal de Panamá durante todo un siglo. Se trata de una visión imperial de adquisición del mayor territorio posible a través de la expansión, recordó el Dr. Rodríguez Sumano.

A diferencia de su gobierno pasado, Donald Trump esta vez tiene a su favor el voto popular y no sólo el voto del colegio electoral como en 2016, así como el Senado, la Cámara de Representantes y la mayoría de los jueces; además, ya no puede reelegirse, entonces va hacia un encuentro con la historia; quiere hacer lo que otros neoimperiales hicieron en otros momentos y que también se ha hecho en el contexto estadunidense. No sabemos si esto pueda decantar en una tercera guerra mundial, pero se trata de una ruptura del sistema mundial, como la conocíamos, mismo que fue impulsado por los mismos estados Unidos, concluyó el académico e investigador de la IBERO.

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