Este domingo, los ciudadanos comenzaron desde las 8:00 horas a movilizarse para participar en la consulta de revocación de mandato, en la que ‘decidirán’ si el presidente Andrés Manuel López Obrador debe seguir en su cargo o dejarlo anticipadamente por pérdida de confianza. 

“Ya que empiecen a movilizar a la gente”, dijo por altavoz una persona a una mujer que escribía cifras en un papel afuera de la casilla instalada cerca de Palacio Nacional en la que el presidente Andrés Manuel López Obrador participó en la consulta anulando su voto con la frase “¡Viva Zapata!”.

Cuando López Obrador acudió a la casilla, sólo había cinco ciudadanos formados en la fila, pero tras el voto del mandatario comenzaron a llegar decenas de personas a participar.

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“Los míos todavía no llegan”, se escuchó decir a otra mujer que movilizaba personas.

Los hombres llaman y las mujeres explican. Son las nueve de la mañana y una decena de militantes de Morena avanza por las calles para movilizar a la gente para que vayan a ejercer un derecho, no una obligación ciudadana.

Tocan todas las puertas, da igual que sean viviendas, tortillerías, tiendas de abarrotes o de carpintería. 

Las brigadas de mujeres y hombres en las zonas donde más entregan programas sociales están con todo, sabedores que son los lugares en donde con mayor facilidad se puede engañar a los más necesitados.

Ahora son ellos los que roban, mienten y traicionan con una ‘tramposa’ Revocación de Mandato, impulsada por el presidente López Obrador. 

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Un ejercicio ‘democrático’ que no tendrá ninguna validez jurídica, pero, quizá, alentará más el ego del presidente que llegó a la silla del águila después de 18 años de caminar, criticar y oponerse a todo lo que le convenía.

Esa es la ‘cuarta transformación’ en el México del siglo XXI, donde parece que es menor el número de personas cuya mente está a la altura de los problemas y que la ‘transformación’ devora a sus propios hijos.

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