Tras la retirada de Raúl Castro de la vida política de Cuba, que coincide con el 60.º aniversario de los acontecimientos en la bahía de Cochinos, cuando alrededor de 1.500 exiliados cubanos apoyados por EE.UU. trataron de invadir la isla desde el mar, el Archivo de Seguridad Nacional estadounidense ha divulgado este viernes documentos que sacan a la luz dos complots de la CIA para acabar con la vida de los dirigentes cubanos.
Según los cables secretos de la Agencia Central de Inteligencia de EE.UU., los agentes norteamericanos trataron de asesinar a los líderes de la Revolución durante un vuelo chárter de Raúl Castro entre Praga y La Habana junto con otros altos cargos comunistas el 21 de julio de 1960. Para lograr su objetivo, la CIA le ofreció al piloto del avión 10.000 dólares a cambio de “incurrir en riesgos de organizar un accidente” durante el vuelo. El pago se efectuaría en el caso del éxito de la maniobra.
El piloto cubano José Raúl Martínez, que ya había sido reclutado previamente por la inteligencia estadounidense como un activo sobre el terreno, “pidió garantías de que en el caso de su [propia] muerte, EE.UU. se encargaría de que sus dos hijos recibieran una educación universitaria”, lo que le fue concedido.
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Sin embargo, a Raúl Martínez no se le presentó la ocasión de hacer realidad su plan. Entre las opciones para fingir el accidente se contemplaba un recalentamiento del motor durante el despegue o un amaraje “a unas tres horas de Cuba”. En cuanto a la posibilidad de provocar un fallo del motor en vuelo, el piloto lo descartó debido al “peligro inminente de incendio”, lo que no daría “oportunidad para salvar a cualquier pasajero o tripulación”. También puso en duda su capacidad de provocar un accidente real “sin poner en peligro las vidas de todos a bordo”, agrega el citado cable.
Píldoras envenenadas contra Fidel Castro
El otro complot de la CIA que revelan los documentos publicados iba dirigido contra Fidel Castro y empezó a planificarse pocas semanas después del intento de matar a su hermano Raúl durante su traslado de Praga a La Habana que no llegó a realizarse.
En esta ocasión la tentativa tendría lugar durante la invasión de la bahía de Cochinos, efectuada en primavera de 1961. En agosto de 1960, el director de las operaciones encubiertas de la CIA, Richard Bissell, autorizó lo que queda descrito en un memorando de la agencia de inteligencia estadounidense como “una misión delicada que requería una acción de tipo gangsteril”. La misión consistía en la “liquidación de Fidel Castro”.
De los documentos publicados se desprende que la CIA barajaba usar píldoras envenenadas creadas por su División de Servicios Técnicos para acabar con Fidel Castro, así como destinar más de 150.000 dólares a la mafia para perpetrar el asesinato.
Los agentes llegaron incluso a crear una píldora con “elementos de rápida solubilidad, alto contenido letal y poca o ninguna trazabilidad” y entregaron seis unidades a Juan Orta, funcionario cubano vinculado con la mafia. Sin embargo, éste se echó para atrás y las píldoras fueron entregadas a Anthony Verona, un miembro de la junta cubana en exilio, para que las pasara a los operativos en La Habana. No obstante, “nunca se aprovechó del todo el potencial de Verona, ya que el proyecto se canceló poco después del episodio de la bahía de Cochinos”.
La invasión de la bahía de Cochinos fue uno de los intentos más notables por derrotar al Gobierno cubano, pero fracasó cuando atacantes fueron derrotados tras menos de tres días de enfrentamientos que dejaron centenares de heridos y muertos.