Entre los muchos desafíos para los educadores, uno de ellos es hablar sobre el plagio con los estudiantes sin dejarlos con el temor de escribir sus trabajos académicos y ser acusados de algún tipo de mala conducta con respecto a violaciones de derechos de autor.
Una encuesta realizada en 2018 reveló que 87% de los estudiantes entrantes de la Universidad Estatal de Campinas (en Brasil), tanto de pregrado como de posgrado, no sabían exactamente qué era plagio.
La encuesta fue realizada por la consultora académica Data 14, en asociación con Turnitin, una empresa global de tecnología educativa con presencia en más de 15,000 instituciones en todo el mundo.
Debido a que no es tan fácil que las instituciones y los educadores se acerquen, muchas veces el tema no se trata como debe ser y acaba causando preocupación. El plagio se considera un delito y quienes lo practican pueden ser procesados. Marcelo Krokoscz, Doctor y Magíster en Educación (USP), explica que no siempre la persona que está plagiando actúa de mala fe, precisamente porque no sabe qué constituye este tipo de faltas. “Las instituciones y los educadores no pueden asumir que los alumnos sepan qué es mala conducta, a veces el alumno no sabe cómo hacer una cita correctamente, por lo que es necesario hablar de ello, pero de manera positiva, para contribuir al conocimiento del estudiante”, menciona Krokoscz.
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La tecnología como aliada
La pandemia de la COVID-19 tuvo un impacto inmediato en el sector de la educación. La enseñanza remota, ahora ya híbrida en muchas instituciones, ha traído nuevos desafíos tanto para estudiantes como para educadores. La falta de un contacto más directo con los estudiantes ha dificultado aún más la discusión de las faltas de conducta en el entorno escolar y, en este escenario, la tecnología se ha convertido en un aliado de los educadores hacia un camino para orientar mejor a los estudiantes.
“El software que identifica similitudes en los textos puede detectar copias parciales o completas del trabajo académico. Pero es importante enfatizar que estas herramientas no deben ser utilizadas de manera punitiva para el alumno, sino de una manera más educativa, sensibilizando al alumno y brindándole el apoyo necesario para que desarrolle su propio pensamiento original”, explica Max Garza, Gerente de Éxito y Crecimiento Institucional LATAM de Turnitin.
De las 20 mejores universidades de América Latina, 14 instituciones utilizan el software de Turnitin, que durante la pandemia vio triplicar la presentación de artículos en su herramienta que identifica similitudes y diez veces los registros para el uso de su plataforma de evaluación.
Max Garza también destaca que, en el caso de las herramientas de detección de similitudes, no es la propia herramienta la encargada de identificar un caso de plagio o fraude, esta tarea le corresponde a la institución y al educador. “Las herramientas traen un cierto porcentaje de similitudes encontradas en el texto, pero no hay un estándar de cuánto por ciento configuraría un caso deliberado de mala conducta. Por lo tanto, esta interpretación debe ser realizada por el docente, quien analizará si el alumno sabe cómo citar correctamente, por ejemplo”, asegura Max.
En lugar de castigar, debemos pensar en la prevención
El uso de la tecnología ayuda, pero no debe ser la única acción desarrollada por las instituciones educativas. Max Garza considera que lo ideal es trabajar con prevención y orientación cuando el tema es la mala conducta académica, explicando temas relacionados con la originalidad y el desarrollo del pensamiento crítico. Tres acciones que pueden ayudar en este proceso son:
Crear un sentido de pertenencia para que los estudiantes se sientan vistos e incluidos. Esto se puede hacer ofreciendo horarios de asistencia virtual y reuniones personalizadas para aumentar el tiempo y la calidad de la conversación con los estudiantes. Una relación de confianza ayudará a obtener conocimientos de los estudiantes.
Incrementar los circuitos de retroalimentación para guiar a los estudiantes en el proceso de aprendizaje. Los profesores pueden hacer coincidir sus evaluaciones con las necesidades de los estudiantes a través de este análisis. De esta manera, aumenta la eficacia de la enseñanza, los estudiantes se sienten más apoyados y las evaluaciones se diseñan con integridad.
Buscar herramientas para verificar la similitud y garantizar la integridad académica, asegúrese de que la propuesta tenga las mejores características de enseñanza-aprendizaje. Las mejores prácticas incluyen comentarios, la oportunidad de diagnosticar brechas en el aprendizaje a través del análisis de elementos y la provisión de un marco para apoyar la interacción del maestro y el estudiante durante las asignaciones.