El consumo de alcohol entre niños y adolescentes se disparó entre 2020 y 2021 en México hasta triplicarse a causa del largo confinamiento por la pandemia de Covid-19, según un estudio realizado por los Centros de Integración Juvenil (CIJ).
Según el informe del CIJ, que forma parte del sistema gubernamental de salud y atiende a adictos a diversas drogas, los infantes atendidos por alcoholismo en esta red de albergues representaban 8% del total, pero para 2021 la cifra había crecido a 25%.
La buena noticia es que el consumo de marihuana bajó en este período de 53 a 32%, aunque esta droga es ya la más consumida por este sector de edad, junto con el tabaco.
La directora de la Unidad de Hospitalización del CIJ en el estado norteño de Nuevo León, Juanita Sosa, atribuyó este incremento en el consumo de bebidas espirituosas y de cigarrillos a que estos suelen estar disponibles en los hogares, mientras que la marihuana suele ser más difícil de conseguir.
Para los expertos resulta difícil establecer si los padres estaban al tanto de que sus hijos estaban consumiendo alcohol y si aun sabiéndolo no hicieron nada para frenarlo.
Otro estudio difundido el año pasado elaborado por el Population Council en México junto con otras entidades arrojó que aumentó el consumo de drogas duras en la población joven.
El relevamiento “Voces-19”, dado a conocer en octubre último, indicó que el consumo de opioides entre adolescentes y el de marihuana entre jóvenes tuvieron un incremento del 18% y 21% respectivamente entre 2020 y la primera mitad del 2021.
Isabel Vieitez, directora de la Oficina del Population Council en México, hizo notar en ambos grupos se incrementó en 14% el consumo de alcohol.
El apego de los niños, adolescentes y jóvenes a las bebidas euforizantes y a las sustancias que alteran sus sentidos tendría una correlación con el aumento de los casos de depresión, ansiedad y otros problemas psicológicos en ese sector de edad.
Según especialistas, los suicidios entre niños y adolescentes de ambos sexos en México alcanzaron la cifra histórica de 1,150 casos durante la pandemia, un aumento de 12% respecto a 2019.
Gabriela Orozco, jefa del laboratorio de la Facultad de Psicología de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), señaló al sitio digital Forbes México que “los principales factores de riesgo” que arrojaron a las personas en brazos de la depresión fue “la falta de un salario seguro y las pérdidas afectivas y laborales”.
De acuerdo con el reporte, 7 de cada 10 adolescentes y jóvenes han experimentado síntomas depresivos, mientras que el 62 por ciento presentó ansiedad.
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El Population Council estima que 43% de adolescentes y jóvenes ha vivido algún tipo de violencia en su hogar ya sea física, psicológica o sexual y de ese total, al menos 28% vio sufrió un aumento de las agresiones en casa durante la epidemia, lo que habría conducido a un mayor consumo de alcohol y drogas.
Una encuesta realizada por el Observatorio Mexicano de Salud Mental y Consumo de Sustancias Psicoactivas, entre marzo y octubre de 2020, y cuyos resultados fueron difundidos en noviembre pasado, arrojó también resultados reveladores.
En este sondeo, donde participaron más de 17,000 personas de los estados de Guanajuato, Querétaro, Ciudad de México, Durango y Estado de México, mostró que 35.8% de las personas consumía alcohol, 32.5% tabaco, 24.6% drogas ilegales y 14.6% medicamentos sin prescripción.
Jacqueline Cortés, de la Facultad de Medicina de la UNAM, indicó que 39.4% de los interrogados dijo sentirse estresado, 20.8% angustiado y 17.2 desesperado debido al confinamiento.
La última Encuesta Nacional de Consumo de Drogas, Alcohol y Tabaco del ministerio de Salud reveló que en México cuatro de cada 10 menores de edad han consumido alcohol, mientras que el consumo entre niñas de 12 a 17 años aumentó en un 250 % entre 2011 y 2016.
Los expertos estiman que la falta de cercanía de los jóvenes con los padres, una escasa supervisión en casa, el uso adictivo de internet y la falta de socialización son factores que orillaron a que los jóvenes durante la pandemia a aferrarse en el alcohol para buscar una salida a su aislamiento y depresión.