En medio de una nueva ola de violencia, la presidenta Claudia Sheinbaum envió a su jefe de seguridad y a miles de tropas para detener una sangrienta escalada de delitos cometidos por cárteles de la droga en Sinaloa, mostrando un cambio en la estrategia nacional de seguridad.

Durante la campaña, Sheinbaum había prometido continuar en gran medida con la política de seguridad de su mentor y predecesor, Andrés Manuel López Obrador, que priorizaba abordarlas causas sociales fundamentales del crimen en lugar de atacar a grupos criminales, un enfoque conocido como “abrazos, no balazos”, en honor a un eslogan del expresidente.

Pero las señales iniciales de sus primeros meses en el cargo sugieren un enfoque más agresivo con un despliegue más sustancial de tropas militares y navales, así como fuerzas especiales y armamento pesado en Sinaloa, desde que estalló una guerra interna entre cárteles en septiembre.

A esto le siguieron arrestos de alto perfil y grandes incautaciones de drogas, incluido un decomiso récord de más de una tonelada del mortal fentanilo.

Esa estrategia más agresiva podría encajar bien con el presidente electo Donald Trump, que ha pedido a México que haga más para detener el flujo de drogas y migrantes a Estados Unidos.

Pero también corre el riesgo de inflamar aún más la violencia y los homicidios, con una posición más confrontativa en un país donde los cárteles están fuertemente armados con armas de uso militar, las cuales se asemejan a las que se usan en países en guerra, según especialistas.

La oficina de Sheinbaum no respondió a una solicitud de comentarios.

“Hay un cambio sin duda (…) estamos viendo indicios de que va de salida la estrategia de abrazos y no balazos”, dijo.

Vicente Sánchez, experto en temas de seguridad del Sistema Nacional de Investigadores (SNI) de México, agregó que adicionalmente hay presiones internas y externas para que el gobierno de Sheinbaum combata la creciente delincuencia.

Especialistas en seguridad dijeron que creen que la nueva estrategia es en parte una respuesta a la amenaza de Trump de imponer aranceles del 25% a productos de México si el país no frena el tráfico de drogas y el cruce ilegal de migrantes hacia territorio estadounidense.

Algunos también lo han tomado como una admisión indirecta de que la estrategia menos confrontativa de López Obrador no funcionó, y muchos expertos dicen que ayudó a los grupos del crimen organizado a afianzar el poder en vastas franjas del país.

El embajador de Estados Unidos en México, Ken Salazar, criticó públicamente el enfoque, diciendo que había “fracasado” y que “México no es seguro”.

Militares a las calles

Algunos expertos en seguridad han hecho comparaciones entre las operaciones en Sinaloa y la guerra militar que libró el presidente Felipe Calderón contra los cárteles en 2006, que desencadenó una espiral de violencia a la que muchos analistas atribuyen las altas tasas de homicidios que persisten en México.

La Organización de las Naciones Unidas ha criticado reiteradamente el uso de las fuerzas armadas en la lucha contra la criminalidad en México, argumentando que alienta violaciones a los derechos humanos. El gobierno, no obstante, niega que la seguridad se haya militarizado o que los abusos a los derechos humanos sean comunes.

La clave de la estrategia de Sheinbaum para combatir el crimen es su nuevo jefe de seguridad, Omar García, un policía veterano que trabajó para la mandataria mientras ella era alcaldesa de Ciudad de México.

Sheinbaum envió a García a Sinaloa para supervisar los operativos.

“Sabemos de la complejidad para pacificar al país”, dijo el funcionario la semana pasada tras el asesinato de un miembro de la secretaría a su cargo, del área de investigación, en Sinaloa, históricamente cuna de poderosos narcotraficantes como Ismael “El Mayo” Zambada, cuya detención en julio desató la actual confrontación en la zona.

Los enfrentamientos entre grupos rivales en el norteño estado, que se intensificaron el 9 de septiembre, han dejado hasta 650 personas muertas y poco más de 700 desaparecidas. En un intento por contener el conflicto, el jefe de seguridad local fue reemplazado por un oficial militar durante el fin de semana.

Esa misma semana, al menos tres soldados murieron a causa de la explosión de minas terrestres colocadas por el crimen organizado en dos lugares separados en el estado occidental Michoacán.

Para algunos expertos existe el peligro de que Sheinbaum busque replicar su estrategia en Sinaloa en todo el país.

“Cada uno tiene su personalidad, su sello propio y hay que encontrar la parte que les duele”, consideró Tomás Guevara, experto en temas de seguridad en el estado norteño. El éxito de una posible nueva estrategia, afirmó, dependerá de encontrar la “parte vulnerable de los grupos delictivos y focalizar los esquemas que han iniciado en Sinaloa”. 

Publicidad