Yanireth Israde/Agencia Reforma

Por supuestas cuestiones electorales, la SEP privará de retribución económica no sólo a creadores visuales que participen en el rediseño de los nuevos Libros de Texto Gratuitos (LTG), sino también a docentes e investigadores, entre otros especialistas convocados al proceso.

Marx Arriaga, director de Materiales Educativos de la dependencia y responsable, junto con la Estrategia Nacional de Lectura, de las convocatorias emitidas hasta ahora para rediseñar los LTG del próximo ciclo escolar -dos para docentes y una para creadores visuales-, atribuyó al periodo electoral la decisión de no remunerar monetariamente a los participantes, y dijo que tienen la intención de proporcionar un “justo apoyo” en “próximos ejercicios colectivos”.

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Suprimir el pago económico para otorgar únicamente reconocimientos y el crédito a los involucrados en el rediseño ha sumado críticas de asociaciones de ilustradores, porque la Comisión Nacional de Libros de Texto Gratuitos (Conaliteg), órgano público que produce y distribuye los LTG, aumentó en más de 100 millones de pesos sus recursos al pasar de 3 mil 8 millones el año pasado a 3 mil 108 millones en 2021, de acuerdo con datos del Presupuesto de Egresos de la Federación.

“Como bien apuntan quienes critican”, expuso Arriaga durante un videomensaje transmitido el lunes durante la Capacitación para Evaluadores de Materiales Didácticos para el Rediseño de los Libros de Texto 2021, “nadie regala su tiempo ni su trabajo, por lo cual quiero aclarar un par de cosas:

“Esta primera iniciativa no podría ser, por mucho que así lo deseáramos, remunerada económicamente por varias razones, siendo la principal el hecho de estar atravesando un periodo electoral, el cual impide llevar a cabo un proceso que implique un pago en efectivo sin que esto se prestase a malos entendidos; segundo: nuestra intención es que en próximos ejercicios colectivos, aquellos que se involucren reciban un justo apoyo en agradecimiento a su participación”.

En el videomensaje, el funcionario aseguró que más de 2 mil personas prosiguen en la tercera etapa de la primera convocatoria, y que “lo hacen con el gusto y el ánimo de sentirse involucrados y tomados en cuenta, recibiendo un reconocimiento y sus créditos en unos libros que estamos haciendo entre todos”.

Trabajar por gusto

En una transmisión previa, Arriaga aseguró que hace unos años evaluó él mismo materiales didácticos para la Mesa Técnica Zona Norte en Chihuahua, y sin paga de por medio.

“Pasábamos horas y horas, semana tras semana sin tener un salario; lo hacíamos por el gusto de desarrollar materiales y ver el impacto que tenía en aquella comunidad que tanto lo necesitaba, la comunidad juarense”, relató.

El actual proceso de rediseño pretende terminar con la intermediación en la elaboración de los LTG y no precariza, afirmó Arriaga el lunes.

“Las quejas de hoy no tienen sentido, porque no se está precarizando algo que prácticamente no existía: se está planteando un trabajo colegiado y colaborativo, decoroso con lo que hoy el País necesita en cuestión de humanismo y equidad. Es el momento para apoderarse de esos espacios que poseían unos cuantos”.

Antes, Arriaga planteó: “Algunos piensan que privatizando el libro se lograría que tuviéramos una oferta mayor que representase el abanico de necesidades mexicano, pero eso es una fantasía: aunque todas las editoriales del País se encargaran de ello, no lograrían conformar equipos técnico-pedagógicos suficientes para contemplar con objetividad el todo. Recordemos que más del 96 por ciento de las editoriales del País se encuentran en la Ciudad de México y, al responder a cuestiones de mercado, nunca lograrían confirmar equipos con dicha especialidad y conocimiento multicultural”.

Aunque sin organizarse ni protestar colectivamente, como lo ha hecho el gremio de ilustradores en los últimos días, los docentes que abandonaron el proceso de rediseño critican no sólo la falta de remuneración económica, sino la premura del proceso para elaborar materiales didácticos.

Sin embargo, la mayoría de los maestros decidió proseguir.

“Nuestro magisterio, a pesar de lo que se diga, es bastante noble y trabaja por esta parte romántica de darle lo mejor a los niños. Son, en su mayoría, los que van a escribir los libros”, refirió a REFORMA una participante que solicitó no ser identificada.

“Pero hacer un libro de texto no es tan sencillo como parece”, advirtió: Creo que les costará trabajo, porque son expertos en su materia, pero pasar un tema del aula al libro no es tan inmediato”.

Al no ser autores con experiencia, el libro puede resultar deficiente, previno, y un taller intensivo no necesariamente los capacita para hacerlo.

Un libro de texto, con el original terminado, requiere de tres a seis meses de trabajo editorial, y ahora tendrán dos meses, contrastó. Además, algunos participantes eligieron trabajar en la asignatura de la que son especialistas, pero les asignaron otra.

“La premisa, como tal, no me parece mala, pero, de entrada, van tarde; lo apresuraron mucho, no le están dando el tiempo que se necesita”, coincidió otra especialista. “Lo siento bastante desorganizado”.

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