El tiroteo del miércoles en un Walmart de Virginia fue sólo el ejemplo más reciente de una balacera en un sitio de trabajo en Estados Unidos perpetrada por un empleado.

Pero aunque muchas compañías ofrecen entrenamiento en caso de que haya un hombre armado disparando, los expertos dicen que se presta menos atención a cómo prevenir la violencia en el trabajo, y en especial a cómo identificar y atender comportamientos preocupantes entre empleados.

Con demasiada frecuencia, los trabajadores desconocen cómo reconocer las señales de advertencia, e incluso más crucial, no saben cómo reportar comportamientos sospechosos ni se sienten facultados para hacerlo, según expertos en recursos humanos y seguridad en el trabajo.

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“Hemos construido una industria que gira en torno a cómo encerrar a los tipos malos. Hemos invertido fuertemente en medidas de seguridad física como detectores de metales, cámaras y guardias de seguridad armados”, dijo James Densley, profesor de justicia penal en la Universidad Estatal Metropolitana en Saint Paul, Minnesota, y cofundador de The Violence Project, un grupo de investigación apartidista sin fines de lucro. Pero, señala, con mucha frecuencia en los tiroteos en centros de trabajo, “se trata de alguien que ya tiene acceso al edificio”.

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La balacera en el Walmart en particular generó interrogantes de si los empleados se sienten facultados para hablar porque fue un líder de equipo el que la llevó a cabo.

Walmart dijo que el autor fue Andre Bing, de 31 años. Se puso a dispararles a compañeros de trabajo en la sala de descanso de la tienda de Chesapeake, matando a seis personas y dejando a otras seis heridas. Luego aparentemente se suicidó, señaló la policía.

La empleada Briana Tyler, que entró a trabajar a Walmart hace dos meses y sobrevivió al tiroteo, indicó que Bing parecía no estar atacando a alguien en particular. Indicó que ella nunca tuvo una experiencia negativa con Bing, pero otros le dijeron que él era “el gerente del que había que cuidarse”. Dijo que Bing tenía antecedentes de reportar a la gente sin motivo.

Walmart lanzó unos cursos computarizados en 2015 sobre cómo actuar en caso de que haya un individuo armado disparando, los cuales se enfocaban en tres puntos principales: evitar el peligro, mantener su distancia y, como último recurso, defenderse. Entonces, luego de una balacera en 2019 en una tienda de la compañía en El Paso, Texas, en la que un hombre armado externo mató a 22 personas, Walmart abordó la amenaza para el público, descontinuando la venta de ciertos tipos de balas y le pidió a los clientes ya no portar armas visibles dentro de sus tiendas. Ahora sólo vende fusiles de caza y municiones relacionadas.

Walmart no respondió específicamente el miércoles a las preguntas con las que se solicitaban más detalles acerca de sus entrenamientos y sus protocolos para proteger a sus propios empleados. La compañía sólo indicó que rutinariamente revisa sus políticas de entrenamiento y seguirá haciéndolo.

Densley dijo que los empleadores necesitan crear canales abiertos para que los trabajadores expresen sus preocupaciones en torno al comportamiento de otros empleados, incluyendo líneas telefónicas de contenido confidencial. Hizo notar que con frecuencia se le presta atención a las “banderas rojas” —indicios graves de que algo anda muy mal—, y que en lugar de ello los trabajadores deberían estar atentos a las “banderas amarillas”: cambios sutiles en el comportamiento, como mayor ira o ausentismo. Densley dijo que los gerentes necesitan trabajar con esos individuos para conseguirles asistencia psicológica y efectuar verificaciones con regularidad.

De hecho, el manual del Departamento de Seguridad Nacional para individuos armados activos señala que los funcionarios de recursos humanos tienen una responsabilidad de “crear un sistema para reportar indicios de comportamiento violento potencial”. También alienta a los empleados a reportar comportamiento preocupante, como por ejemplo un incremento en el ausentismo y repetidas infracciones a las políticas de la compañía.

Pero muchos empleadores podrían no tener implementadas dichas políticas de prevención, dijo Liz Peterson, gerente de calidad en la Society for Human Resource Management (Sociedad para el Manejo de Recursos Humanos), una organización que aglutina a más de 300 mil profesionales en el manejo de personal.

Hizo notar que, en un sondeo de la SHRM (siglas en inglés del organismo) a sus miembros en 2019, el 55% de los profesionales en el manejo de recursos humanos dijeron desconocer si sus organizaciones tenían políticas para prevenir la violencia en sitios de trabajo, y 9% más dijeron que carecían de ese tipo de programas. En contraste, el 57% de los gerentes de recursos humanos dijeron que sí contaban con entrenamiento para responder a hechos de violencia.

Un informe reciente del gobierno federal que examina la violencia a lo largo de tres décadas halló que los homicidios en sitios de trabajo se han incrementado en años recientes, aunque siguen muy por debajo de un punto álgido que alcanzaron a mediados de la década de 1990.

Entre 2014 y 2019, los homicidios en el trabajo a nivel nacional se incrementaron en 11%, de 409 a 454. Eso sigue estando 58% por debajo de un máximo de 1.080 en 1994, según el informe, el cual fue publicado en julio por los Departamentos del Trabajo, Justicia y Salud y Servicios Humanos. En el texto se reporta que las tendencias de asesinatos en lugares de trabajo son similares en gran medida a las tendencias de homicidios a nivel nacional.

Pero el incremento en tiroteos masivos públicos en el país está haciendo que los empleadores estén cada vez más conscientes de la necesidad de atender la salud mental en el trabajo y prevenir la violencia, y de las responsabilidades que los empleadores pueden enfrentar si ignoran las señales de advertencia, dijo Peterson.

En un ejemplo notorio, la familia de una víctima interpuso una demanda por homicidio involuntario este año contra la agencia de Transporte del Norte de California, alegando que no actuó ante los antecedentes de comportamiento amenazante de un empleado que mató a balazos a nueve compañeros de trabajo en una terminal ferroviaria para trenes eléctricos en San José en 2021.

La agencia de transporte dio a conocer más de 200 páginas de correos electrónicos y otros documentos que mostraban que el agresor, Samuel James Cassidy, había sido sujeto de cuatro investigaciones sobre conducta en el trabajo, y a un empleado le preocupaba que Cassidy pudiese “ponerse violento” (“go postal”, en inglés). Esa expresión se deriva de uno de los tiroteos laborales más letales en la historia de Estados Unidos, cuando un trabajador postal baleó de muerte a 14 colegas en Edmond, Oklahoma, en 1986.

“La violencia en el trabajo es una situación que uno nunca piensa que va a ocurrir en la propia organización hasta que ocurre, y desafortunadamente es importante estar preparado en caso de que haya una porque están volviéndose más frecuentes”, resaltó Peterson.

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