Jair Bolsonaro se convirtió este martes en presidente de Brasil con una agenda social ultraconservadora y un programa de apertura económica y de alineamiento con Estados Unidos que promete sacudir la política interna y los equilibrios regionales de las últimas décadas.

A sus 63 años, este ex paracaidista de ultraderecha, nostálgico de la dictadura militar (1964-1985) y con un historial de exabruptos misóginos, racistas y homófobos, asume las riendas de la mayor potencia latinoamericana, de 209 millones de habitantes.

Por la mañana, Jair Bolsonaro, abandonó la Granja do Torto, residencia campestre del Gobierno en las afueras de Brasilia en la que se hospedó durante los últimos días, para dirigirse al Congreso Nacional y asumir el poder que ejercerá en los próximos cuatro años.

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El vehículo que trasladó a Bolsonaro y a su esposa Michelle fue seguido por una nutrida caravana de automóviles y cercado por una fuerte operación de seguridad, que integra un riguroso y vasto plan de vigilancia desplegado en toda la capital brasileña.

Jair Bolsonaro se dio a conocer por sus opiniones misóginas, racistas y homófobas y no por su larga actuación en el Congreso. Pero Brasil, apabullado tras años de recesión económica y escándalos de corrupción, quería un cambio y vio en el controvertido excapitán una válvula de escape.

El ultraderechista, de 63 años, venció en octubre al izquierdista Fernando Haddad con 55% de los votos e impulsó al minúsculo Partido Social Liberal (PSL) al cual se afilió para las presidenciales, convirtiéndolo en una fuerza nacional.

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