La CIA, en un operativo conjunto con la entonces Alemania Occidental, espió durante más de medio siglo las comunicaciones codificadas de al menos 120 países, entre gobiernos rivales y aliados, incluyendo al Vaticano, a través de la compañía suiza Crypto AG, secretamente controlada por la inteligencia de Alemania y Estados Unidos.
Lo reveló una investigación del Washington Post y la emisora alemana ZDF.
Crypto AG proporcionó a medio mundo máquinas para codificar mensajes que de hecho permitían a los agentes norteamericanos y alemanes descifrar los códigos.