Tras celebrarse su audiencia final este miércoles, John Hinckley Jr., que disparó al expresidente estadounidense Ronald Reagan en 1981, saldrá en libertad este mes tras permanecer más de 40 años en centros de reclusión y de salud mental, recoge la agencia AP.
Según ha trascendido, el juez del Tribunal de Distrito de EE.UU. Paul Friedman dictó la liberación de Hinckley Jr. En septiembre, sin embargo, estipuló que su orden no sería efectiva hasta el 15 de junio, después de que se determinara en una última audiencia su estado mental, así como su grado de integración a la sociedad.
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“Ha sido examinado y ha pasado todas las pruebas. Ya no es un peligro para sí mismo ni para los demás”, comentó el magistrado sobre el pistolero, de 67 años, al dictar su fallo. Asimismo, señaló que este se encontraba severamente perturbado en el momento que intentó cometer el magnicidio, y aseguró que no ha mostrado signos de algún padecimiento mental desde mediados de la década de 1980. Además, no ha mostrado ningún comportamiento violento en varios años, ni interés alguno por las armas.
Por su parte, la fiscal Kacie Weston comentó que el Gobierno cree que el caso “ha demostrado el éxito que puede tener un sistema de salud mental integral”, y señaló que Hinckley ha expresado su deseo de seguir recibiendo servicios de salud mental incluso cuando ya no esté obligado a hacerlo.
En 1981, Hinckley disparó e hirió al 40.º presidente de Estados Unidos cerca de un hotel en Washington. El tiroteo paralizó al secretario de prensa de Reagan, James Brady, que murió en 2014, e hirió al agente del Servicio Secreto, Timothy McCarthy, y al policía Thomas Delahunty. No obstante, el jurado declaró inocente al atacante por razón de locura, pero dictaminó que el individuo sufría psicosis y afirmó que necesitaba tratamiento, ordenando su ingreso en un hospital psiquiátrico.
En 2016, el hombre salió del establecimiento donde se encontraba recluido desde junio de 1982. Las condiciones impuestas por el tribunal implicaban la supervisión de los médicos sobre su tratamiento psiquiátrico. Asimismo, Hinckley no podía poseer armas y ponerse en contacto con los hijos de Reagan, otras víctimas o sus familias, y la actriz Jodie Foster, con la que estaba obsesionado durante el tiroteo de 1981.