En apenas tres días, en una región oriental de la Antártida, desapareció en el océano una masa de agua de entre 600 y 750 millones de m3, alrededor del doble del volumen de la bahía de San Diego, en California.

Era el invierno de 2019 cuando un deflujo que los glaciólogos comparan con las cataratas del Niágara secó un gran lago antártico.

Lo indican los datos recogidos por el satélite de la NASA IceSat-2, publicados en la revista Geophysical Research Letters por investigadores de la Universidad de Tasmania (Australia), coordinados por Roland Warner, junto con colegas de la Universidad de California, San Diego y la Universidad de Columbia en Nueva York.

En lugar del lago, explican los autores del estudio, en la plataforma antártica Amery se formó una suerte de cavidad helada, que los expertos llaman dolina, donde en el verano de 2020 podría haber formado una pequeña cuenca, probablemente luego volcada a su vez en el océano.

La hipótesis de Warner y sus colegas es que el peso del agua acumulada en el lago profundo de la Antártida abrió una hendidura en la plataforma de hielo bajo el lago, un proceso conocido como “hidrofractura”, haciendo defluir el agua al océano por debajo y llevando a una suba de hasta 36 metros de la región ocupada por el lago drenado.

“Las plataformas de hielo son importantes porque representan un tapón al deflujo del hielo de las calotas”, explicó a ANSA el glaciólogo Massimo Frezzotti, docente de Geografía Física y Geomorfología en la Universidad de Roma Tre.

“Una reducción o colapso, en cambio, induce un aumento del deflujo del hielo de la calota continental, y este fenómeno contribuye con la suba del nivel del mar”, agregó el estudioso.

Los autores de la investigación suponen que la disolución de la superficie antártica se duplicará para 2050, suscitando preocupaciones sobre la estabilidad de otras plataformas de hielo.

Para Frezzotti, “el estudio atestigua cómo el monitoreo con sistemas satelitales permite estudiar las áreas más remotas e inaccesibles del planeta. La investigación demuestra cómo las mediciones geodéticas de alta resolución a partir de los satélites pueden perfeccionar nuestros conocimientos sobre las plataformas de hielo flotante”.

“Se mejora así la precisión de nuestras proyecciones sobre la contribución de las calotas de hielo a la suba del nivel del mar, debido a la a los cambios climáticos inducidos por el hombre”, concluyó.

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