A finales del año pasado, Ecuador y Argentina celebraron elecciones presidenciales. En el primero hubo comicios extraordinarios, luego de que el entonces mandatario Guillermo Lasso decretara ‘muerte cruzada’ y disolviera al Parlamento; mientras que a los argentinos ya les tocaba acudir a las urnas para elegir un nuevo Ejecutivo para los próximos cuatro años.
En Ecuador fue elegido el rico heredero Daniel Noboa, quien asumió el cargo el pasado 23 de noviembre; y en Argentina el ganador fue Javier Milei, que se posesionó el 10 de diciembre.
“Dejando a un lado tanto el programa de gobierno y las promesas de campaña, el presidente Noboa ha asegurado la continuidad del modelo de economía empresarial-neoliberal revivido por Lenín Moreno (2017-2021) y afirmado por Guillermo Lasso (2021-2023). El presidente Milei es, de su parte, el primer gobernante libertario anarco-capitalista en el mundo. Ambos mandatarios y, sin duda, Milei más que Noboa, se han convertido en referentes de la economía ‘libre’ que entusiasma al empresariado de la región”, opina el analista político e historiador ecuatoriano Juan Paz y Miño.
Agrega que Milei ha realizado cambios más rápidos y profundos con respecto a los avanzados por Noboa. “De modo que la sociedad argentina está sufriendo un acelerado proceso de privilegio a los propietarios del capital y de asfixia de las condiciones de vida y trabajo de la población. Un cuadro que, bajo las características de Ecuador, igualmente está en pleno desarrollo”.
Impasses
Pero, en los pocos meses que estos mandatarios llevan en el poder, no solo se han evidenciado cambios al interior de sus países, sino que se ha agitado la región.
Uno de los últimos hechos ocurrió la noche del pasado 5 de abril, cuando la fuerza pública ecuatoriana asaltó –bajo orden de Noboa– la Embajada mexicana en Quito para detener al exvicepresidente Jorge Glas, quien al momento de su captura gozaba de asilo diplomático.
Esto ha provocado la ruptura de relaciones por parte de México, una denuncia ante la Corte Internacional de Justicia (CIJ) y la condena por la mayoría de los países de la región, en instancias como la Organización de los Estados Americanos (OEA) y la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac).
Asimismo, Argentina tuvo recientemente un impasse con su vecino Chile, a raíz de que Patricia Bullrich, ministra de Seguridad del gobierno de Milei, asegurara que había detectado la presencia del grupo terrorista Hezbolá en Iquique, en el norte chileno, así como en zonas de Brasil y Perú. Aunque, posteriormente, la funcionaria se disculpó.
Aparte, el presidente Milei ha hecho fuertes pronunciamientos en contra de sus pares de México, Andrés Manuel López Obrador, y de Colombia, Gustavo Petro, a quienes llamó “ignorante” y “asesino terrorista”, respectivamente. Con el Gobierno mexicano, esto no escaló más allá de los insultos; pero con el colombiano ya se arrastraba una crisis desde enero por otros dichos del presidente libertario, que ambas administraciones han decidido dejar a un lado.
“Antes de ser presidente, Milei dejó en claro sus posiciones contra los supuestos gobiernos ‘comunistas’ de América Latina, de modo que no resulta raro que tenga definiciones cada vez más firmes contra aquellos mandatarios a los que juzga desde su visión del mundo económico. No hubo ese tipo de pronunciamientos en el Noboa candidato, pero tampoco como presidente; de modo que el problema creado con la incursión en la Embajada de México en Quito no se explica por razones económicas, sino políticas y ‘anti-correístas’ (contrarias a lo que esté ligado al expresidente Rafael Correa), ya que el interés supremo era capturar a un exvicepresidente a costa de la reacción diplomática”, explica Paz y Miño sobre estos acontecimientos.
Señala que, a diferencia de la grieta diplomática que se abrió entre Argentina y Chile, que se zanjó luego que el presidente Gabriel Boric aceptara las disculpas de Bullrich, en el conflicto de Ecuador con México, “Noboa, en cambio, aseguró no arrepentirse y ha negado cualquier disculpa”.
Acercamiento con Washington
“El problema rebasa estos episodios”, dice Paz y Miño. Para él, lo ocurrido tiene que ver más bien con la alineación de Ecuador y Argentina con EE.UU., ya que pone a las administraciones de Milei y de Noboa “a la vanguardia de las fuerzas derechistas latinoamericanas para impedir el retorno de gobiernos progresistas y de izquierda”.
En esa línea, sostiene que Ecuador y Argentina “no han defendido la identidad de América Latina como región de paz, ajena a los conflictos en otras regiones del mundo”, lo que parece abrir el terreno para que países como EE.UU. se aboquen establecimiento de acuerdos militares.
“Ecuador y Argentina han pasado a ser los mejores aliados de los EE.UU. y, en países donde las geoestrategias monroístas y hegemonistas de la gran potencia se aseguran acuerdos militares ventajosos para su seguridad nacional”, insiste el analista e historiador ecuatoriano.
Ambos países han sido visitados por altos funcionarios estadunidenses en los últimos meses, incluyendo a la general Laura Richardson, comandante del Comando Sur de EE.UU.
Richardson fue recibida por Noboa el pasado 22 de enero y señaló entonces que su país tenía un “plan de cinco años” en materia de seguridad para Ecuador; detallando que solo para el año fiscal 2024 desarrollarán “un total de 124 actividades planificadas”.
La funcionaria también estuvo en Argentina a principios de abril. “El mejor recurso para defender nuestra soberanía es reforzar nuestra alianza estratégica con EE.UU. y con todos los países que abrazan las causas de la libertad”, dijo Milei en un breve discurso junto a la militar estadounidense.
“Desde luego, los gobiernos derechistas de América Latina están identificados con Noboa y Milei. No tenemos una América Latina unida en propósitos comunes, como ocurría en los días dorados de la Celac o la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur) y cuando hegemonizaban los gobiernos progresistas de nueva izquierda en la región”, enfatizó el analista. El riesgo de una fractura ahora está más que latente.