Un inicio de compromiso sobre la reforma de las pensiones empieza a esbozarse después de más de un mes de huelga indefinida en los transportes públicos y varias jornadas de manifestaciones. El primer ministro francés, Édouard Philippe, ha ofrecido este sábado retirar una de las medidas más controvertidas: los 64 años como edad para jubilarse con la pensión plena. Hoy la edad legal es de 62 años. La llamada “edad de referencia” o “edad pivote” bloqueaba la negociación con la CFDT, el primer sindicato de Francia. Otros sindicatos, como la CGT, exigen la retirada completa de la reforma.

La concesión de Philippe puede suponer un punto de inflexión en un conflicto que está desgastando al Gobierno y ha costado más de 800 millones de euros a las compañías públicas de metro y ferrocarriles. La CFDT, favorable a las líneas generales a la reforma, se oponía a fijar en los 64 años la edad de jubilación. El motivo es que consideraba que aumentar los años trabajados para equilibrar las cuentas suponía mezclar criterios financieros con la necesaria —según este sindicato— refundación del sistema. La reforma supondrá la fusión de los 42 regímenes de pensiones actuales en uno solo.

A cambio de la concesión de calado que supone aparcar la edad de los 64 años, Philippe convoca una conferencia de sindicatos y patronal que, a finales de abril, deberá ponerse de acuerdo sobre qué medidas adoptar para encontrar el equilibrio financiero de ahora a 2027. Puede tratarse de una edad determinada o, como el presidente Emmanuel Macron ha sugerido en el pasado, un acuerdo sobre los años de cotizaciones. Tanto la CFDT como UNSA, otro sindicato moderado, celebraron la oferta de Philippe, que en diciembre descolocó a los sindicatos favorables a la reforma al introducir por sorpresa la propuesta de los 64 años.

Al retroceder, Philippe podría envalentonar al sector duro de los huelguistas y manifestantes. Pero su anuncio acentúa la división de los sindicatos en un momento en el que el seguimiento de las huelgas y de las manifestaciones da signos de erosión. También puede servir para persuadir a la opinión pública, donde los huelguistas cuentan con amplias simpatías, de la buena voluntad del Gobierno. Al mismo tiempo, las concesiones —sobre la edad de 64 años y otras destinadas a sectores profesionales específicos— pueden hacer mella entre votantes conservadores, que valoran a Macron y a Philippe como un dúo de reformistas impasibles ante la presión de la calle.

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