La policía de París empleó gases lacrimógenos el sábado para hacer retroceder a los manifestantes que intentaban revivir el movimiento de los chalecos amarillos en el primer aniversario del levantamiento, en ocasiones violento, contra el presidente Emmanuel Macron y políticas consideradas favorables a las clases altas.

Efectivos de la policía se desplegaron por la capital francesa y, a mediodía, habían detenido a 24 personas. Las autoridades desalojaron a los manifestantes que trataban de bloquear la circunvalación que rodea la ciudad y lanzaron varias rondas de gases lacrimógenos contra grupos reunidos cerca de la Puerta de Champerret, en el noroeste, y de la Plaza de Italia, en el sureste.

Reporteros de The Associated Press que cubrían la jornada no vieron violencia ni actos de los manifestantes que provocasen las cargas policiales.

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Las protestas en París forman parte de las acciones programadas en todo el país el sábado, especialmente en las carreteras donde surgió el movimiento en noviembre de 2018 respuesta a los planes del gobierno de elevar los impuestos a los combustibles.

Algunos manifestantes en París llevaban los llamativos chalecos amarillo brillante que, por ley, deben llevar todos los conductores en sus autos y que dan nombre al movimiento. Otros iban vestidos totalmente de negro y llevaban la cara cubierta con máscaras antigás.

Docenas de agentes antimotines protegían en Arco del Triunfo, que da a la Avenida de los Campos Elíseos, escenario de violentos disturbios semanales en el apogeo de las protestas el año pasado.

Corentin Pihel, de 28 años, viajó desde Montpellier a París para celebrar el aniversario del movimiento este fin de semana.

Pihel, que entonces era un estudiante en apuros, se sintió identificado con el objetivo de las protestas y se unió dos semanas después de su inicio.

“Al principio pensaba que el movimiento tenía mucho sentido, movilizarse desde las bases para mejorar el poder adquisitivo”, señaló. “Pero después amplió su mensaje para convertirse en algo mucho más grande: la gente solo quiere vivir. Y sentí una solidaridad real”.

Alrededor de la ciudad de Marsella, en el sur del país, manifestantes con chalecos amarillos se congregaron en las carreteras para recordarle su descontento al gobierno.

El año pasado, las protestas derivaron en un estallido de ira a nivel nacional por la percepción de injusticia económica y social, dirigido especialmente al centrista Macron.

El presidente retiró la propuesta de subir los impuestos a los combustibles y ofreció 10, 000 millones de euros (11, 000 millones de dólares) en medidas para abordar las preocupaciones de los manifestantes.

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