Les une la cultura, la comida, la tradición y, sobre todo, el idioma. La comunidad latina en Catar vive unida en un país que, a pesar de ser hospitalario y seguro, supone un desafío cultural y personal para los miles de migrantes que llegan para labrarse un futuro.

De los tres millones de personas que aproximadamente viven en el pequeño emirato de Catar, cerca del 80% son extranjeros. India, Bangladesh, Nepal y Pakistán lideran la lista de migrantes, pero cada año llegan más trabajadores de países como México, Perú, Colombia o España, una cifra que se ha disparado al calor de la demanda de profesionales para el Mundial. 

Argentina es uno de esos países que ha prácticamente duplicado su tasa de nacionales en Doha por el torneo. “En Catar tenemos alrededor de 400-450 personas pero eso es habitualmente, en este momento se está incrementado a causa del Mundial y estimamos que para el inicio serán alrededor de 1000 personas, sobre todo en hostelería, restaurantes…”, destaca a EFE Guillermo Nicolás, embajador de Argentina en Catar.

Además, espera que lleguen alrededor de 35.000 hinchas argentinos para asistir al torneo “y darle color y música”. Muchos de ellos ya presentes antes de que arrancara el Mundial: “Argentina, Maradona y Messi en la actualidad son muy queridos en Oriente”, destaca.

Aficionados a los que da un consejo: “Respetar la cultura, tener en cuenta muchas actitudes que en nuestros países pueden llegar a ser normales o no tienen penalidad, pero que aquí es diferente. La acogida va a ser muy buena y muy cálida. La sociedad de Medio Oriente es muy hospitalaria”, apunta.

AÑORAR LA FAMILIA Y LA COMIDA

Cada migrante latino con el que hables siempre te dirá lo mismo. De su país añoran la comida y sus familiares. Por eso hay decenas de restaurantes de Latinoamérica y España presentes en Doha.

Uno de estos locales es el mexicano SenorRitas Tex Mex, que ofrece no solo gastronomía sino también la experiencia de la fiesta y la música en directo a Catar. Ahí los expatriados de toda la región se congregan para recordar su tierra y compartir vivencias.

Yezenia Navarro es mexicana y vive en Doha desde hace 11 años. “Cuando llegué fue muy difícil. Tuve un choque cultural muy fuerte. Además de que en verano era Ramadán, los niños eran chiquitos y no tenía licencia (para conducir). El clima era muy, muy caliente. Así los primeros dos meses, después todo mejoró y ha sido progresivo”, detalla a EFE.

Ahora es líder de la comunidad mexicana ante el Comité Supremo del Mundial, líder de aficionados mexicanos y miembro de la FIFA. “Siempre les digo a los mexicanos y a los latinoamericanos que a donde fueres haz lo que vieres. Es un mundial, va a ser divertido, no habrá tantas restricciones como se anuncia en el mundo. Lamentablemente hay muchas noticias que son amarillistas”, apunta.

“Yo sé que te puedes ir a la playa y ponerte un bikini y que te puedes ir a una fiesta y ponerte un vestido”, aunque recomienda siempre “respetar su cultura y su religión”.

De su tierra echa de menos sobre todo a su familia. “No los he visto desde antes de la pandemia. Extraño muchísimo la comida, la diversión, porque aún cuando en Catar hay mucha fiesta y mucha celebración y muchas cosas que hacer, no hay nada como tu país, nuestra comida, el picante, los tacos. Pero más que nada mi familia y mis amigos”, añade.

Para unir a la comunidad, hace años Izel Marez creó un grupo de Facebook para “que la gente esté enterada”. ‘Mexicanas en Catar’ mueve “información de todo tipo, desde eventos, cómo abrir una cuenta de banco, mandar dinero, es decir, información básica”.

Llegó en 2006 junto a su marido Juan Miguel Ramírez, arquitecto, diseñador de interiores y fotógrafo, y de Catar destaca la seguridad, “la que tenemos aquí no la tenemos ni en México ni en el resto de países de Latinoamérica”.

En este sentido, la española Isabel Ortega llegó a Catar con la idea contraria pero rápidamente cambió de parecer. “Pensaba que esta ciudad iba a ser un poco peligrosa, a lo mejor para las mujeres, esa es la primera impresión que tenía. Pero creo que es una ciudad muy acogedora. Estoy muy contenta de estar aquí, de esta ciudad y sobre todo la experiencia”, apunta.

Isabella, como la conocen, ha llegado a Catar para ser directora de operaciones de los restaurantes BiBo y Lobito de Mar del chef Dani García. “Ellos te respetan pero también tenemos que respetarlos”, destaca de los cataríes.

En cuanto a la comunidad latina, considera que los lazos son estrechos. “Todos nos conocemos. Hay mucho latino, mucha fiesta latina. A los cataríes también les gusta. No esperaba encontrarme con tanta comunidad latina aquí”.

EL FÚTBOL COMO NEXO DE UNIÓN

El deporte también supone un nexo de unión de los latinos en Catar. Semanalmente se disputan torneos en los que mexicanos, peruanos o españoles participan. “Muchas de las cosas que hacemos es celebrar Días Nacionales o jugar a fútbol, que nos permite hacer acercamientos a la comunidad. Ese círculo nos permite separarnos de nuestro trabajo. Lo que nos ha unido mucho es el fútbol”, destaca Gabriel Rodríguez, mexicano de 31 años.

Partidos en los que juegan de todos los rincones del mundo. “Hay de todo, uruguayos, paraguayos, chilenos, peruanos,… toda Sudamérica. También gente de otras partes. Yo juego con gente de Reino Unido con latinos, hay una mezcla”, detalla Frank Ponce, chef peruano de 32 años de La Mar, la cevichería en Doha del premiado Gastón Acurio.

En Catar hay algunas comunidades de equipos de fútbol, y el Real Madrid no podía ser menos. La pasión en Catar por el club madrileño llevó a un grupo de locales a fundar la primera peña oficial del equipo en 2011 presidida por Hazen Ibrahim Elkhlout. Algunos de sus miembros como Hashem Alfadhli han estado incluso acompañando al equipo en 10 finales, tanto de Champions como de Mundiales de Clubes

Su fervor es extraordinario y no pierden la ocasión para vestirse con bufandas y camisetas de sus jugadores favoritos, sobre todo de Karim Benzema, ídolo en Catar.

“Vemos los partidos del Real Madrid, amamos el Real Madrid e incluso pasamos gran parte de nuestro tiempo hablando del Real Madrid. Hemos ido a Madrid, a ver el club. Nos reunimos para animarlo, verlo y estamos enamorados del equipo”, asegura a EFE el miembro de la peña Ahmad Bu-Shawareb.

Pero si algo caracteriza a la comunidad latina en Catar es la movilidad. Lo normal es que la gente llegue por unos años y luego se traslade a otro destino o vuelva a casa, lo que hace que las relaciones sean efímeras.

Michelle Ancona es abogada mexicana y lleva 10 años en el país. Se siente muy feliz pero le matan las despedidas: “Me ayudó mucho entrar en la comunidad, pero me costó mucho la rotación de gente. Te acostumbras a buscar nuevos amigos. Te ayuda mucho porque llegas solo, crear estas conexiones, porque son tu familia. Pero cuando ellos se van, me sigue costando trabajo”.

Una comunidad latina a la que unen los miles de kilómetros de distancia de sus hogares, pero que disfrutan y mantienen viva esa sensación de calidez y cercanía que les da compartir sus señas de identidad. 

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