El presidente de Rusia, Vladimir Putin, inaugura la soberanía de las burbujas y declara la guerra al “champagne” francés con la aprobación de una ley que penaliza el estatus terminológico símbolo de la bebida más famosa del mundo.

Putin firmó una ley que determina que el champán exportado a Rusia ya no podrá llamarse así, sino que deberá conformarse con la más modesta denominación de “espumante”.

En cambio, la marca clásica de las burbujas francesas se reservará para las bebidas producidas en Rusia.

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La indignada respuesta de Francia no se hizo esperar: decretó el freno de las exportaciones a Rusia de Moet & Chandon; Veuve Cliquot y Dom Perignon.

El conglomerado francés del lujo, Louis Vuitton (LVMH) actuó con firmeza ante la situación. La reacción de la filial rusa de Moet Hennesy, compañía que opera Wines & Spirits de LVMH, hizo pública una carta, reproducida por el diario económico ruso Vedomosti.

En la misiva, informa de la decisión de detener, si bien temporalmente, la exportación de champagne, en espera de hallar una solución, ciertamente, no en su desmedro.

De modificar el nombre del “champagne” a “espumante” no se habla. Incluso porque, más allá de la cuestión de principio, habría un proceso burocrático que no es nada sencillo y que requeriría, entre otras cosas, una nueva certificación de las bebidas y un nuevo etiquetado.

Por otra parte, el término “champagne”, además de ser una marca de identidad para los franceses, es una denominación de origen protegida que hace referencia a la procedencia de un lugar de origen bien preciso, la región de Champagne.

Y, si bien desde la época de la Unión Soviética, el término “champagne” traducido al alfabeto cirílico (utilizado en Rusia) se ha utilizado para la distribución de un alcohol gaseoso producido en tan solo tres semanas en destilerías locales, ahora la decisión suena a provocación.

Leonid Rafailov, director general de la empresa AST, una de las principales distribuidoras de vinos y licores en Rusia, dijo a Vedomosti que espera que los franceses acepten denominar “espumante” a su “champagne”.

Pero hay quienes minimizan la cuestión, como el presidente de la Unión de Vitivinicultores de Rusia, Leonid Popovich.

En declaraciones a Sputnik afirmó que de una veintena de importadores de champán en Rusia, solo Moet Hennessy expresó su “indignación” acerca de la nueva ley.

Además, habló de “chantaje” por parte de los franceses.

Popovich y otro gran conocedor de este sector, como Vadim Drobiz, estiman que la cuota de mercado de la marca francesa es sólo el 2% del total de las importaciones de vinos espumantes en Rusia.

“No habrá golpes de Estado o suicidios en masa entre la élite rusa simplemente porque no puedan abastecerse de Moet”, bromeó Popovich.

Discrepa bastante Anna Chernyshova, consultora en el mercado de vinos y especializada en la creación de bodegas con botellas excepcionales para clientes pudientes.

En diálogo con la prensa confesó que su teléfono “no para de sonar” y que sus clientes le preguntan “qué pueden hacer” para remediar la situación.

La guerra de las burbujas acaba de comenzar y de ella podría sacar ventaja Italia. Según estimaciones de la Confederación Nacional de Cultivadores Directos (COLDIRETTI), el primer trimestre de 2021 marcó un aumento récord del 37% en las exportaciones de espumantes italianos a Rusia respecto del mismo período del año pasado.

El año pasado se descorcharon 25 millones de botellas de vino espumante italiano en el país de Putin, donde Prosecco y Asti son particularmente populares.

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