Una masiva huelga general contra el ajuste del presidente Javier Milei paralizó este jueves a Argentina, que se quedó sin transporte público, bancos y supermercados, entre otros servicios.
En medio de una crisis económica, el recorte de gastos dispuesto por el ultraderechista Milei al asumir en diciembre ha eliminado momentáneamente el déficit fiscal y parece estar reduciendo una inflación superior al 250% anual, pero también está aumentando la pobreza y el desempleo al derrumbar el consumo.
La protesta lanzada por las principales centrales de trabajadores del país, la Confederación General del Trabajo (CGT) y la Central de los Trabajadores de Argentina (CTA), se produce cuando el Senado discute una norma del oficialismo que flexibiliza las condiciones laborales y otorga al gobierno amplios poderes para privatizar empresas públicas.
“Estamos protestando contra un modelo económico de exclusión, en el que cada día la gran mayoría de la población está un poquito peor. No hay casi sector de la economía que no se haya visto empobrecido desde el 10 de diciembre”, señaló a la televisión local Enrique Rositto, secretario de Comunicación de la Central de los Trabajadores de Argentina (CTA).
El portavoz presidencial, Manuel Adorni, explicó en una rueda de prensa el vínculo entre el paro y el debate legislativo de la ley impulsada por el gobierno. Sin embargo, los sindicalistas insisten en que esta perjudica a los trabajadores.
“Un 31% de caída real en las partidas presupuestarias de jubilaciones y pensiones, un 87% en obras públicas, un 39% en subsidios al transporte, un 76% en transferencias a provincias (…) son solo algunos indicadores que ponen en evidencia que el ajuste no lo paga la casta, sino que recae sobre los sectores más vulnerables”, dijeron los gremios en un comunicado.
Debido al paro de 24 horas, los vuelos se encontraban suspendidos, los puertos paralizados y las escuelas y universidades con funciones mínimas. Los mercados tienen una actividad reducida este jueves, ya que los bancos permanecerán cerrados porque sus empleados se unirán al paro.
“Un día sin trabajar nos complica mucho”, dijo Alfredo González, presidente de la Confederación Argentina de la Mediana Empresa a la televisión local, un día después de que el ente de estadísticas informó que el Índice de Producción Industrial manufacturero del país cayó 21.2% interanual en marzo.
Esta es la segunda huelga general desde que asumió Milei, una medida cuyo acatamiento la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, dijo era imposible de medir porque muchos argentinos no pudieron ir a trabajar por falta de transporte.
“Los trabajadores van a perder dinero por los burócratas de siempre (…) Que se dejen de joder y vayan a laburar (trabajar)”, dijo Bullrich a periodistas. En tanto, el portavoz Adorni calificó el paro como “político e inentendible”.
La actividad en la capital Buenos Aires es reducida, con algunos pequeños comercios abiertos, pocos autobuses circulando y una minoría de trabajadores que lograron llegar a sus empleos.
“Perjudican a todos los que quieren laburar, hay mucha gente que quiere laburar y evidentemente no va a poder ir y le descuentan el día”, dijo Walter Fernández, de 44 años.
Por su parte, Marcos Rivadero, un diseñador de 47 años, fue más crítico y calificó a los sindicatos como “extorsionadores”.
“Usan a la gente, usan a los que dicen representar”, afirmó. “Una ciudad fantasma, no puede funcionar una ciudad así. Un país no puede funcionar así con gente que vive del Estado”, concluyó.