Irán está enriqueciendo más uranio que antes del acuerdo nuclear de 2015. Así lo ha manifestado este jueves el presidente, Hasan Rohani, durante una alocución que se ha centrado no obstante en defender ese pacto. Sus palabras adquieren especial relieve tras difundirse que Estados Unidos presionó a los firmantes europeos del mismo (Reino Unido, Francia y Alemania) para que activaran su mecanismo de resolución de disputas, como forma de presionar a Teherán. Los gobernantes iraníes, que no ocultan su irritación con esa medida, tratan de mostrar que el Plan Integral de Acción Conjunta (PIAC, su nombre oficial) es útil para todos.

 “Hoy, no tenemos ninguna restricción en el terreno de la energía nuclear. Estamos enriqueciendo más [uranio] que antes de que se alcanzara el acuerdo”, ha declarado Rohani casi al final de un discurso pronunciado ante la asamblea anual del Banco Central de Irán y en el que ha repasado sus dos mandatos de Gobierno. Dependiendo del nivel de pureza, el uranio enriquecido tanto sirve para producir energía nuclear (objetivo declarado de Irán), como para fabricar material fisible para una bomba atómica. El PIAC se negoció con el objetivo de evitar esta última.

El límite de enriquecimiento sellado en el pacto era de 3,67%, muy por debajo del 20% que alcanzó antes de la firma y del 90% que constituye el grado de pureza necesario para una bomba atómica.

Durante su intervención, que ha sido televisada y puede consultarse en la página web de la presidencia, Rohani ha defendido con ahínco la firma del PIAC y la política de apertura que lo permitió. “A pesar de todas las dificultades, demostramos que podemos trabajar con el resto del mundo. Alcanzamos un acuerdo internacional con seis países, y fue respaldado por Naciones Unidas”, ha subrayado. De ahí que algunos analistas hayan interpretado la mención al enriquecimiento como un comentario dirigido a los ultraconservadores que tachan su política nuclear de total fracaso.

De hecho, Irán ya anunció el pasado 5 de enero que iba a ignorar los límites al enriquecimiento de uranio que aceptó bajo el acuerdo firmado en 2015. Aunque la decisión se vinculó con el asesinato por parte de EE. UU. de uno de los militares más relevantes del régimen iraní, el general Qasem Soleimani, se trataba de un paso esperado. Desde el año pasado, Teherán viene reduciendo sus compromisos de forma gradual como respuesta al abandono del pacto decidido por Trump en 2018; esa medida dejó a Irán sin los beneficios económicos prometidos por renunciar al grueso de su programa y aceptar unas inspecciones internacionales muy estrictas para las limitadas actividades que se le autorizaban (esencialmente relacionadas con la investigación).

Ese alejamiento progresivo estaba calculado para presionar al resto de los signatarios del acuerdo (China, Rusia, el Reino Unido, Francia y Alemania), pero sin llegar a provocar una ruptura total que justificara la reimposición de sanciones europeas y de la ONU. Sin embargo, los tres firmantes europeos (E3) activaron el pasado martes la cláusula de resolución de disputas, lo que acerca de esa posibilidad. Para el régimen iraní, inmerso en una grave crisis por el derribo de un avión de pasajeros ucranio (murieron los 176 ocupantes) y la inicial negativa de sus militares a reconocer el error, esa medida no pudo llegar en peor momento y los dirigentes no ocultaron su malestar acusando a la UE de haber sucumbido a las presiones de EE. UU. Rohani descartó renegociar el pacto.

Ahora se sienten reivindicados. El diario estadounidense The Washington Post asegura en su edición de este jueves que “Trump amenazó a los europeos con aranceles si no advertían a Irán sobre sus violaciones del acuerdo”. Ya se conocía la existencia de presiones, pero el Post revela que el presidente norteamericano contemplaba un recargo del 25 % a las importaciones de automóviles europeos. Los funcionarios citados aseguran no obstante, que el apremio de Washington estuvo a punto de producir el efecto contrario, ya que la decisión de activar el mecanismo de disputas estaba tomada y se plantearon dar marcha atrás para evitar la impresión de actuar como títeres de EE. UU.

Aun así, el ministro de Exteriores iraní, Mohammad Javad Zarif, ha aprovechado la ocasión para reafirmarse en sus acusaciones previas. “Apaciguamiento confirmado. E3 vendieron los restos del PIAC para evitar nuevos aranceles de Trump. No va a funcionar, amigos. Solo han abierto su apetito. ¿Recuerdan al matón del instituto?”, ha tuiteado.

Las sanciones de Washington se extienden al sistema financiero internacional (que controla) y a las empresas de cualquier país que tengan negocios en Irán e intereses en con EE. UU. (o patentes de ese país en sus productos), lo que en la práctica impide la mayoría de las transacciones. Al no poder vender su petróleo, el régimen iraní se ha quedado sin su principal fuente de ingresos.

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