Occidente intentará prolongar el conflicto en Ucrania y convertirlo en un “segundo Afganistán” ante la imposibilidad de derrotar a Rusia, denunció el director del Servicio de Inteligencia Exterior de Rusia (SVR, por sus siglas en ruso), Serguéi Narýshkin, en un artículo publicado en la página oficial. 

“Con respecto a la situación en Ucrania, podemos esperar que los políticos occidentales, debido a la imposibilidad objetiva de lograr una victoria militar sobre nuestro país, intentarán retrasar las hostilidades todo lo posible y convertir el conflicto ucraniano en un segundo Afganistán a la espera de nuestro agotamiento gradual en la agotadora lucha”, destacó Narýshkin, agregando que Occidente intentará hacerlo “a través de una serie de medidas económicas y diplomático-militares”, incluidas las sanciones y los suministros de armas a Kiev. 

Sin embargo, según el alto oficial, es muy probable que un mayor apoyo a Kiev, sobre todo teniendo en cuenta la creciente “toxicidad” de la cuestión ucraniana para la sociedad occidental, “acelere el declive del prestigio internacional de Occidente”. “La propia Ucrania irá convirtiéndose en un agujero negro que absorberá recursos materiales y humanos”, señaló.

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“Al final, EE.UU. se arriesga a un segundo Vietnam con el que tendrá que lidiar cada nueva Administración estadounidense hasta que llegue al poder en Washington una persona lo suficientemente razonable que tenga el valor y la determinación necesarios para tapar el agujero”, concluyó.

Crecerá “el nivel de desunión” en Occidente

Así, hay una gran posibilidad de que, el próximo año, en EE.UU. y Europa, crecerá “el nivel de desunión pública y política en una serie de temas”, incluido el apoyo a Ucrania, indicó. Narýshkin sugirió que, “en 2024, la mayoría de las campañas electorales en Occidente —desde las elecciones del Parlamento Europeo hasta las presidenciales en EE.UU.— se desarrollarán en un ambiente de feroz confrontación entre globalistas, por un lado, y partidarios del realismo en política exterior y de los valores tradicionales en el ámbito social, por otro”.

“Se puede predecir con absoluta exactitud que los políticos occidentales intentarán habitualmente atribuir la responsabilidad del inevitable aumento de las tensiones internas en sus países a Rusia, así como a China y a otros Estados que tengan el valor de ofrecer al mundo su propia visión del presente y del futuro, alternativa al campo de concentración totalitario-liberal”, destacó. 

Lucha contra el orden mundial “anglosajón”

Asimismo, el jefe de la inteligencia exterior rusa expresó que las manifestaciones de la lucha contra el orden mundial “anglosajón” se intensificarán en 2024 y se verán en todas partes, desde el espacio postsoviético hasta Sudamérica y el océano Pacífico, mientras que “el papel unificador de Moscú como centro de los principales proyectos de integración de [Eurasia] no hará sino reforzarse”.

“Así lo indica también la amplia alianza emergente entre Rusia y nuestros aliados y socios de la CEI [Comunidad de Estados Independientes], la OTSC [Organización del Tratado de Seguridad Colectiva] y la OCS [Organización de Cooperación de Shanghái], así como la naciente Gran Asociación Euroasiática”, mencionó, al tiempo que añadió que “la cualidad más importante de estas estructuras, que las distingue fundamentalmente de los bloques occidentales, es que no se dirigen contra terceros países y se centran en la formación de un orden mundial justo basado en el respeto incondicional de la soberanía y la observancia del derecho internacional”.

Además, el director del SVR aseguró que el ejemplo de la República Centroafricana y Malí, que siguen un rumbo soberano y rechazan el patrocinio del “Occidente colectivo”, servirá de inspiración a otros países africanos que están “interesados en la realización de un curso político soberano basado, principalmente, en los intereses nacionales e independiente de los caprichos de las élites occidentales”.

“Cabe señalar que procesos similares se están desarrollando activamente en todas partes, incluida América Latina, que los estadounidenses siempre han considerado su patio trasero”, destacó Narýshkin. 

“También allí existe una creciente demanda de estructuras de integración independientes que no estén sujetas a los dictados de los anglosajones. Una de ellas es la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños, o CELAC, en la que, característicamente, no se espera que participen EE.UU. y Canadá”, detalló.

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