“El Evangelio no se comprende sin los pobres”, dijo hoy el papa Francisco en ocasión del Día Mundial de los Pobres, en una misa multitudinaria en la Plaza San Pedro.

“Están en la personalidad de Jesús, que siendo rico se aniquiló a sí mismo, se hizo pecado, se convirtió en la pobreza más cruda””, afirmó el pontífice.

Al recordar que se acerca la Navidad, cuando mucha gente se pregunta qué comprar, aconsejó que es mejor hacerse otra pregunta: “¿Qué le puedo dar a los otros? Para ser, como Jesús, que se dio a sí mismo, y nació justamente en aquel pesebre”. “Hoy, en tiempos de incertidumbre y fragilidad, no desperdiciemos la vida pensando solo en nosotros mismo, con una actitud de indiferencia”, exhortó.

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Agregó que no debemos engañarnos al decir “Hay paz y seguridad” (1 Ts 5,3). San Pablo nos invita a mirar de frente a la realidad, a no dejarnos contagiar por la indiferencia”. “Con la gracia de Dios, que es Padre y ha puesto tanto bien en nuestras manos, confiando a cada uno talentos diferentes.

Somos portadores de una gran riqueza, que no depende de cuánto poseamos, sino de lo que somos: de la vida que hemos recibido, del bien que hay en nosotros, de la belleza irreemplazable que Dios nos ha dado, porque somos hechos a su imagen, cada uno de nosotros es precioso a sus ojos, único e insustituible en la historia”, subrayó.

Además, señaló que “si no queremos vivir humildemente, pidamos la gracia de ver a Jesús en los pobres, de servir a Jesús en los pobres”.

Porque, observó Jorge Bergoglio, “al final de la vida será develada la realidad: se desvanecerá la ficción del mundo, según la cual, el éxito, el poder y el dinero dan sentido a la existencia, mientras que el amor, el que dimos, surgirá como la verdadera riqueza”. También, se refirió a que “mucha gente pasa su vida solo acumulando, pensando en ‘estar bien’ antes que en ‘hacer el bien’. Pero está vacía la vida de quien persigue las necesidades, sin mirar a quienes necesitan”. Según Francisco, “ser fieles a Dios es gastar la vida, dejar que los planes se vean alterados por el servicio”.

En ese sentido, se refirió a la “momificación del alma” de algunas personas.

“Es triste cuando un cristiano juega a la defensiva, ajustándose solo a observar las reglas y a respetar los mandatos. Esto no basta, la fidelidad a Jesús no es solo no cometer errores”, sostuvo.

“El Señor nos invita, en cambio, a jugar generosamente, a vencer el temor con el coraje del amor, a superar la pasividad que se transforma en complicidad”, subrayó.

Agregó que “no sirve para vivir quien no vive para servir”.

“Los pobres son para nosotros los banqueros, capaces de brindarnos un interés duradero: ellos nos garantizan una ganancia eterna y ya ahora nos prometen enriquecernos en el amor. Porque la más grande pobreza que hay que combatir es la del amor”, concluyó. 

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