Con el Nord Stream parado y la pesadilla de las facturas caras acechando a Europa, Moscú sigue amenazando a Occidente, esta vez evocando el inicio de una “gran tormenta global” desatada, a su parecer, precisamente por las sanciones impuestas a Rusia por la guerra en Ucrania. .

Ayer fue el viceprimer ministro del presidente ruso, Vladimir Putin, con poder notarial, Alexander Novak, quien reiteró que el bloqueo del gasoducto por el que transita el metano hacia Europa se debe únicamente a medidas europeas que impidieron reparaciones adecuadas, y luego agitaron el espantapájaros de nuevos aumentos del precio del gas, que podría seguir creciendo y alcanzar pronto “niveles récord” para los consumidores europeos.

No es precisamente una amenaza vacía -como señalan algunos analistas citados por The Guardian- porque el anuncio de Gazprom de que los flujos no se reanudarían el sábado 3 de septiembre, como se esperaba, llegó el viernes por la noche con los mercados europeos cerrados y mañana, con la reapertura de la negociación, podrían llegar malas noticias del Ttf, el índice de gas en Amsterdam. Gazprom sigue siendo “un proveedor fiable” al que no se le puede culpar de “la absurda negativa de los europeos a reparar los equipos del Nord Stream”, insistió el portavoz del Kremlin, Dmitri Peskov, que luego dejó trascender el apocalíptico vaticinio sobre la “gran tormenta global causada por las acciones “ilógicas” de los gobiernos occidentales y destinadas a acabar con el orden mundial actual.

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No hay nuevas amenazas provenientes de Moscú. Pero si, por un lado, devuelven la frustración de los líderes rusos por una situación sobre el terreno en Ucrania que continúa estancada, a pesar de todos los intentos de argumentar lo contrario, por otro lado, pretenden frustrar aún más a los mercados y gobiernos ya obligados uno tras otro (primero París, ahora Berlín) para lanzar planes de emergencia para ayudar a ciudadanos y empresas desbordados por la explosión de los precios, a la espera de un escudo europeo que tanto se invoca en Italia. Se trata del ya conocido chantaje energético que Putin maneja como arma estratégica desde el inicio del conflicto y del que también ha vuelto a hablar el presidente ucraniano, Volodimir Zelensky.

“En estos días -observó el líder de Kiev- Rusia está tratando de aumentar aún más la presión energética sobre Europa: el bombeo de gas a través de Nord Stream está completamente interrumpido. ¿Por qué lo están haciendo? ¿Por qué -es la tesis de Zelensky- Moscú quiere destruir la vida normal de todos los europeos, en todos los países de nuestro continente? ¿Quiere debilitar e intimidar a toda Europa, a todos los estados”.

Y las respuestas a dar, según el presidente ucraniano, son dos: “La primera es nuestra unidad, unidad en defensa contra un estado terrorista; el segundo es el fortalecimiento de la presión sobre Rusia, es decir, el fortalecimiento de todos los niveles de sanciones y la limitación de los ingresos del petróleo y el gas rusos. Cuantos más ataques lancemos todos juntos, menos ataques estos terroristas podrán llevar a cabo”.

Precisamente ayer Zelensky habló con la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, instando a la UE a seguir adelante con las sanciones contra Moscú a través del octavo paquete de medidas, “incluida la prohibición de expedir visados ;;a ciudadanos rusos”.

Sobre este último punto, los 27 ya decidieron suspender el acuerdo de facilitación de visados; para ciudadanos de la Federación Rusa, pero en los países bálticos, Polonia y Finlandia la medida no es suficiente y sus cancilleres se reunirán esta semana para tratar la introducción de prohibiciones a nivel regional. Incluso aquí desde hoy las advertencias llegan desde Moscú.

Peskov calificó hoy las restricciones como “extremadamente desafortunadas y sin precedentes”, por temor a “represalias graves por parte de la Federación Rusa”. 

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