Para nadie es un secreto, que la entrega de las notarías públicas son un regalo o pago de favores por parte del gobernador en turno, a sus compadres, aliados y hasta a “amigas especiales”. Así sucedió con Miguel Alemán Velasco, con Fidel Herrera Beltrán, con Javier Duarte de Ochoa y en apenas 48 días, también con Flavino Ríos Alvarado.

Personas que nunca han tenido relación alguna con la actividad notarial, o que tramitaron un título como licenciado en derecho, únicamente para cumplir con el perfil, son las que han recibido, en primer lugar la patente de notario y posteriormente la asignación de una notaría.

La Ley del Notariado del Estado de Veracruz ha sido letra muerta, pues lo que menos ha importado es su cumplimiento, a pesar de varias reformas en los últimos sexenios, supuestamente para beneficiar a este sector de la población y para darle tranquilidad a quienes han sido notarios durante gran parte de su vida.

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La realidad es que existe un exceso de notarías públicas en el Estado de Veracruz, pues muchas han sido regaladas a personas que incluso desconocen la ley de la materia, como el caso más reciente, el de la ex diputada local María Belén Fernández del Puerto, quien incluso reprobó el examen y le permitieron volver a presentarlo hasta que finalmente lo aprobó.

En la recta final del sexenio alemanista se entregaron alrededor de 30 notarías públicas tanto para amigos priístas, como para adversarios políticos, que de alguna manera sirvieron a los intereses del gobierno estatal.

A su llegada, Fidel Herrera Beltrán criticó esa situación. Sin embargo sólo fue de dientes para afuera, pues en ese sexenio se crearon un promedio de 118 notarias públicas, pero las ultimas carecen de sustento legal porque la ley establecía en ese entonces que se debía crear una notaría por cada 25 mil habitantes y de acuerdo al censo poblacional de Veracruz que era de 7 millones 110 mil habitantes, no podía haber más de 290, y esa cifra se rebasó.

Antes de 2008 existían en Veracruz 187 notarías, y en el último año del fidelato se crearon más de 118, por lo que quedaron 305 notarias.

De esta forma la concesión de las notarías públicas en Veracruz se ha convertido en un botín político. Y así la Secretaría de Gobierno ha sido prácticamente la dueña de las concesiones de las notarías en Veracruz.

Incluso hay quienes las han definido como un botín de guerra hacia el final del sexenio, tanto en el duartismo, como en los 48 días del oriundo de Mogoñe, Oaxaca, Flavino Ríos Alvarado.

Así digan que aprobaron el curso de actualización notarial y el examen correspondiente, pues todo se trata de filtros para aplicar la aburridora a quienes, utópicos, creen en la buena fe democrática, de manera ilusa.

Ante las críticas, en esta ocasión tanto Flavino Ríos Alvarado como la cúpula del Colegio de Notarios decidieron aplicar dos cursos, como nunca antes.

Y los cursos significaban estudiar cada sábado en jornadas académicas excepcionales, por supuesto, con sus respectivas tareítas.

Y allí comenzó la tronadera, como fue el caso de la ideóloga educativa, Dominga Xóchilt Tress, quien de titular de Espacios Educativos de la SEV se imaginaba notaria.

En el segundo curso, por ejemplo, de pronto, caída del cielo, apareció la diputada local, la priista Belem Fernández, quien fue aceptada como si de hecho y derecho hubiera cubierto el primer curso.

Como se observa, una vez más se hizo una excesiva entrega de concesiones de notarías públicas, sin importarle a las autoridades lo que dispone la ley. Si cuando salió Fidel Herrera ya había un número superior al contemplado por la norma, ya ni se diga con las adicionales que autorizó el duartismo.

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