Al recibir a los profesores y alumnos del Pontificio Instituto San Anselmo, con motivo del 60º aniversario de su fundación, el Papa Francisco les recordó que la liturgia es fundamental para la vida cristiana, y que nos impulsa al amor al prójimo y al diálogo, a la vez que nos abre al espíritu ecuménico
Dirigiéndose a los profesores, alumnos y ex alumnos del Pontificio Instituto Litúrgico San Anselmo, presentes con el rector y el decano con motivo del 60º aniversario de su fundación, el Santo Padre les recordó la Constitución Sacrosanctum Concilium con la que el Concilio Ecuménico Vaticano II impulsó la renovación de la vida litúrgica en la Iglesia, indicando tres dimensiones: la participación activa de los fieles, la comunión eclesial, animada en particular por la Eucaristía, y el impulso a la misión evangelizadora “que implica a todos los bautizados”.
Participación activa de los fieles
“El Pontificio Instituto Litúrgico está al servicio de esta triple necesidad”, dijo el Papa. Y añadió que el estudio de la liturgia debe fomentar la vida litúrgica, que es fundamental en la vida del cristiano, lo que significa “educar a las personas” para que entren en el espíritu de la liturgia, para que se “impregnen” de ella. De ahí su primera indicación:
“En San Anselmo, me gustaría decir, debería ocurrir esto: impregnarse del espíritu de la liturgia, sentir su misterio, con un asombro siempre nuevo. La liturgia no se posee, no, no es una profesión: la liturgia se aprende, la liturgia se celebra”
A la vez que señaló que hay que llegar a esta actitud de celebrar la liturgia. Y dijo que sólo se participa activamente en la medida en que se entra en este espíritu de celebración.
“No es una cuestión de ritos, es el misterio de Cristo. (…) Todo esto, en su Instituto, debe ser meditado, asimilado, yo diría ‘respirado’”
La tentación del formalismo litúrgico
El estudio de la liturgia, continúa el Papa, hace crecer en la comunión eclesial porque abre al otro “lo más cercano y lo más lejano de la Iglesia, en la común pertenencia a Cristo”. Pero hay tentaciones:
“Quisiera subrayar el peligro, la tentación del formalismo litúrgico, de volver a las formas, a las formalidades más que a la realidad, que vemos hoy en estos movimientos que tratan de retroceder y negar el propio Concilio Vaticano II: la celebración es recitación, es algo sin vida, sin alegría”
No hacer de la liturgia un campo de batalla
El Pontífice subraya que la vida litúrgica debe “conducir a una mayor unidad eclesial, no a la división”. Y advierte: “Cuando la vida litúrgica es un poco la bandera de la división, está el olor del diablo allí, inmediatamente. El engañador. No es posible adorar a Dios y, al mismo tiempo, hacer de la liturgia un campo de batalla por cuestiones que no son esenciales, es más: por cuestiones superadas y tomar partido, desde la liturgia, por ideologías que dividen a la Iglesia”.
“El Evangelio y la Tradición de la Iglesia nos llaman a estar firmemente unidos en lo esencial, y a compartir las legítimas diferencias en la armonía del Espíritu”
La Iglesia, gracias a la liturgia, prolonga la acción de Cristo en medio de los hombres de todos los tiempos, continúa Francisco, y el estudio de la liturgia debe permanecer fiel a ello, pero esto no impide las reformas. A este respecto, el Papa añade una amplia reflexión, observando “que toda reforma crea resistencias”. Y recuerda las reacciones a las reformas de Pío XII:
“Me acuerdo, era un niño, cuando Pío XII empezó con la primera reforma litúrgica, la primera: se puede beber agua antes de comulgar, ayuno de una hora… ‘¡Pero esto va contra la santidad de la Eucaristía!’, se rasgaban las vestiduras”
Luego, la misa de vísperas: “¡Pero, cómo, e la misa es por la mañana!”. Después, la reforma del Triduo Pascual: “Pero cómo, el sábado tiene que resucitar el Señor, ahora lo posponen al domingo, al sábado por la tarde, el domingo no tocan las campanas… ¿Y dónde van las doce profecías?”.
“Todas estas cosas escandalizaron a las mentes cerradas. También ocurre hoy. De hecho, estas mentes cerradas utilizan los esquemas litúrgicos para defender su propio punto de vista. Utilizar la liturgia: es el drama que vivimos en los grupos eclesiales que se alejan de la Iglesia, cuestionando el Concilio, la autoridad de los obispos…, para conservar la tradición. Y para ello se utiliza la liturgia”
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Liturgia y misión
La liturgia – prosiguió el Papa – impulsa a la misión. Lo que celebramos nos lleva “salir al encuentro del mundo que nos rodea, al encuentro de las alegrías y necesidades de tantos”, dentro y fuera de la Iglesia:
“La auténtica vida litúrgica, especialmente la Eucaristía, nos impulsa siempre a la caridad, que es sobre todo apertura y atención a los demás. Esta actitud siempre comienza y se basa en la oración, especialmente en la oración litúrgica. Y esta dimensión nos abre también al diálogo, al encuentro, al espíritu ecuménico, a la acogida”
María rezaba con los apóstoles
Los retos de la actualidad, dice el Papa, son muy fuertes, “la Iglesia necesita hoy como siempre vivir de la liturgia”. Por lo tanto, es importante continuar el trabajo de formación en la liturgia en continuidad con los Padres del Concilio, “ser formados por la liturgia”. Agradeciendo a la comunidad de estudios de San Anselmo su servicio a la Iglesia, el Pontífice recordó que “la Santísima Virgen María, junto con los Apóstoles, rezaba, partía el pan y vivía la caridad con todos”. Que la liturgia de la Iglesia, concluye, “haga presente hoy y siempre este modelo de vida cristiana”.