A sólo dos meses de cumplir nueve años en su nueva sede, el Senado acumuló un gasto superior a 500 millones de pesos para corregir las fallas en su construcción, evidentes desde 2011; sin embargo, hasta este 2020 puso fin a dos errores estructurales que estaban a punto de colapsarlo: el sistema de votación y el inexistente drenado de su patio, que le generó constantes inundaciones.

A partir de este miércoles por la tarde, los 128 senadores regresan a sus actividades ordinarias en el pleno y estrenarán las mejoras estructurales realizadas en el Salón de Plenos, el Patio del Federalismo, la Cuña y el antiguo corredor de espejo de agua, que implicaron un gasto de 254 millones 823 mil pesos, para obras que se realizaron desde el 20 de diciembre y que ya concluyeron, con excepción del camino de espejo de agua del piso dos, que estará terminado hasta la próxima semana.

Eduardo Rojas Vega, director de Informática y Telecomunicaciones del Senado, detalló a Excélsior que desde hace años era necesario sustituir el Sistema Parlamentario de Asistencia y Votación, porque el que estaba en operación desde abril del 2011 estaba por colapsar; cada votación un mayor número de escaños reportaba fallas, tanto en el sentido del voto de los legisladores como en la activación misma de los botones.

Ahora sólo habrá tres botones para votar: en pro, verde; en contra, rojo, y abstención, en ámbar. Cambiar el sistema de votación implicó cambiar todo el cableado, pero “no se cambiaron ni los Ipad de los escaños ni la pantalla, porque son prácticamente nuevas”, precisó Eduardo Rojas Vega.

En el Salón de Plenos también se cambiaron 106 lámparas de energía alógena, que consumía 575 watts, calentaban mucho el salón de plenos, por lo que generaban mayor uso del aire acondicionado y se fundían con frecuencia; entre dos y seis unidades por sesión, de acuerdo con el personal técnico que laboraba mientras Excélsior hizo un recorrido por las instalaciones.

Ahora son lámparas LED, que consumen 155 watts, por lo que generan un ahorro del 70 por ciento en el consumo de iluminación, pero además no calientan, por lo que el Senado ahorrará en aire acondicionado y tienen 50 mil horas de vida.

Como Excélsior lo ha documentado desde hace nueve años, el Patio del Federalismo tenía una falla de diseño: carecía de inclinación y de un sistema de drenado; por eso en mayo del 2011, sólo un mes después de ser ocupada por los senadores, la nueva sede se inundó y desde entonces filtraba agua a diversas oficinas. Como corregirla requería de romper lozas de concreto, el arreglo se fue postergando, incluso durante nueve años se usó a cuadrillas de trabajadores de limpieza, todos hombres y mujeres de la tercera edad, para que barrieran el agua hacia unas improvisadas coladoras mientras llovía, y colocaran cinta de aislar para evitar que se filtrara el agua a las oficinas.

Pero además, la decisión de poner pintura negra de aceite en el suelo implicó decenas de resbalones de muchas personas.

Ahora el Senado hizo una inclinación de un milímetro al centro y al costado de todo el Patio y creó todo un sistema de drenado que, para que esa inclinación impida inundaciones y el agua pluvial tenga dos canales por donde transitar, para desembocar fuera del edificio.

Se eliminó el espejo de agua del piso dos, que ahora tendrá un espacio para exposiciones y diversas actividades al colocarse un piso de plástico imitación de madera.

El Senado también quitó alfombras y puso suelo de vinil, ante el aumento de alergias provocadas por el polvo que guarda.

Las nuevas obras, explicó Mauricio Farah, secretario general de Servicios Administrativos del Senado, generarán beneficios a las poco más de cuatro mil 500 personas que confluyen en esta sede, entre empleados y visitantes, entre quienes están personas con discapacidad, enfermos de diversos padecimientos y grupos sociales vulnerables que buscan a los senadores y quienes también se verán beneficiados.

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