La represión de las protestas en Cuba se cobró su primera víctima, un hombre de 36 años muerto en los choques con la policía que provocaron más de 200 arrestos.

Mientras tanto las asociaciones de derechos humanos hablan de un número no precisado de opositores al régimen y manifestantes de quienes no hay noticias en los últimos días.

Para Amnesty International, en las calles de la isla en estos días se asiste a un uso excesivo de la fuerza de parte de las fuerzas del orden, así como a arrestos arbitrarios.

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Diubis Laurencio Tejeda, como confirmó el ministerio del Interior cubano, perdió la vida en las calles de la periferia de La Habana, donde la presión de los manifestantes se hace cada vez más asfixiante, pese a la mano dura adoptada por las fuerzas del orden.

Y si desde Estados Unidos y Europa se multiplican los llamados a liberar a los activistas y los representantes de los medios detenidos, en Washington crece la preocupación por el hecho de la situación pueda llevar a una ola de refugiados hacia Estados Unidos.

“No vengan a nuestro país”, afirmó claramente el responsable estadounidense de Seguridad, Alejandro Mayorkas, dirigiéndose no solo a la gente de Cuba sino también a la población de Haití, también cada vez más desesperada en un país sumido en el caos tras el asesinato del mandatario Jovenel Moise.

Si el presidente Joe Biden, entonces, expresó solidaridad hacia la gente de Cuba y Haití, la línea de su administración parece muy lejos de las puertas abiertas.

“Quiero ser claro -dijo Mayorkas-, si toman el camino del mar no vengan a Estados Unidos, también porque el Caribe y el estrecho de la Florida son demasiado peligrosos para cruzarlos en barco”.

Pero el ministro de Biden, de origen cubano, subrayó que todos aquellos que intenten llegar a Estados Unidos por vía marítima serán interceptados por la guardia costera y devueltos de inmediato a su país de origen.

Una regla que valdrá también para quien hizo solicitud de asilo, a quien no se le permitirá poner un pie en suelo estadounidense hasta que no haya una acogida oficial de su requerimiento.

Y más aún: las personas que temen el riesgo de persecuciones o torturas deberán dirigirse “a terceros países”, explicó Mayorkas.

Palabras que no gustaron a las asociaciones de defensa de los derechos humanos, que acusan a Biden de dar la espalda a los pueblos de Cuba y Haití, y de no mantener la promesa de restablecer y extender los programas para la inmigración debida a motivos humanitarios. Programas que habían sido destruidos por Donald Trump.

Entretanto la ira del régimen cubano, que volvió a limitar el acceso a las redes sociales, choca contra Twitter, acusado de ser “cómplice de falsas protestas”.

Se trata del “resultado de una acción inorgánica desde territorio norteamericano con el apoyo de trolls, medios digitales de Florida, activistas, sistemas automatizados utilizados deliberadamente con herramientas caras, precisamente para convertir un mensaje en tendencia mundial”, denunció el ministro de Exteriores cubano, Bruno Rodríguez.

Mientras tanto también Perú se apresta a unirse al frente de países latinoamericanos alineados con La Habana y que apuntan contra el embargo estadounidense hacia Cuba.

El candidato de la izquierda, Pedro Castillo, que la semana próxima debería ser proclamado presidente tras ganar el balotaje del 6 de junio contra Keiko Fujimori, manifestó “solidaridad” con el pueblo cubano, definiendo como “inhumano e inmoral” el bloqueo estadounidense hacia la isla.

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