El escritor y periodista argentino Martín Caparrós confesó que “con frecuencia se sorprende” de que “discursos tan primarios” de “idiotas como Trump, Milei, Putin y Bolsonaro” acaparen tantos seguidores por todo el mundo, lo que le ha llevado a concluir que “vivimos tiempos estúpidos”.

En una entrevista con EFE en Madrid, Caparrós habló específicamente de la situación actual de su Argentina natal, donde desde hace nueve meses gobierna el ultraliberal Javier Milei, y al que el escritor y periodista ha criticado en varias ocasiones sin tapujos.

“Yo pensé que éramos otra cosa y ahora descubro que hay una buena parte del país que está dispuesta a seguir a un tonto desquiciado”, detalló, e insistió en que “nos agarramos a cualquier tontería“ porque “vivimos en una época que no ha conseguido imaginar el futuro que querría vivir”.

Para Caparrós, el discurso de odio no se combate con otros “discursos” sino “con acciones”. En ese sentido, puso como ejemplo el debate que se ha despertado recientemente en España, donde los datos de una encuesta oficial apunta a que la mayor preocupación de los españoles es la migración.

“Vale la pena tratar de que mucha gente vea quiénes son esos migrantes para que no sigan siendo víctimas de un discurso fácil” explicó, “para que cuando a la gente les digan ‘los migrantes’ piensen en, qué sé yo, José, el ecuatoriano que maneja el autobús en el que van a trabajar”.

Con más de 40 libros publicados, entre ellos “Lacrónica”, “El Hambre” y “Ñamérica” (que recientemente legó a la Caja de las Letras del Instituto Cervantes en Madrid) el autor reflexionó sobre la coyuntura actual de los jóvenes periodistas, a quienes dijo que “tienen mucha suerte”.

El bonaerense, que en varias ocasiones se ha mostrado tranquilo con el progreso tecnológico y más concretamente con el de la inteligencia artificial, comentó que hoy “hay más posibilidades de hacer periodismo en la medida en que hay muchos más recursos técnicos al alcance de todo el mundo”.

No obstante, reconoció que a los jóvenes “se les ha vendido una edad de oro” del periodismo que “nunca existió”, ya que es “mentira que hubiera en algún momento una situación en que los periodistas vivían espléndido y hacían el trabajo que querían”.

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